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Estrofa intrusa
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Hace unas semanas se lanzó un concurso de composición del himno del bicentenario. Todo bien con eso, pero, ¿por qué no aprovechar también para cambiar esa estrofa del himno nacional que en 2009 se impuso a la mala y que hasta ahora pocos saben cantar?
Pocos se acuerdan, pero Rafael Rey, como ministro de García, decidió eliminar la estrofa “largo tiempo el peruano oprimido (...) la cerviz levantó” y reemplazarla con “...el gran juramento que rendimos al Dios de Jacob”. No fue la primera vez que se buscaba ese cambio. Ya el gobierno de Morales Bermúdez había intentado hacerlo antes, en un esfuerzo que Belaunde, en su segundo paso por Palacio, detuvo.
El argumento para remover esa estrofa central con la que mi generación y varias más se sienten más identificadas fue que es apócrifa: no hay registro de que haya sido escrita por José de la Torre Ugarte, sino que es fruto del folclor popular. Es decir, creada por el pueblo. ¿Eso acaso no la hace mejor? Justamente por esa razón, en 1912 y con la intervención de José María Arguedas, se oficializó que el himno incluyera esa estrofa, homenaje perfecto a los peruanos que rompieron finalmente con las cadenas de la opresión colonial. Así se cantó siempre, hasta que García y el tío Rafael creyeron que era más importante una historia de sumisión que la de nuestra liberación.
Esta patinada es fácil de corregir. Además, ahora que AP tiene mayoría en el Congreso, podría aprovechar para reivindicar la decisión que tomó Belaunde de mantener nuestro himno como siempre se cantó y como el pueblo siempre lo reconoció. Mientras tanto, para los que no se sienten identificados con la estrofa impuesta, el equipo que produjo La Revolución y la Tierra ha comenzado una campaña virtual para que este cambio se haga realidad. Búsquenlos y súmense.
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