Prontuarios preventivos

Un chico –brillante, más bien tímido– me dijo con voz de desconsuelo que estaba atrapado en el nivel B de su promoción. Se había descuidado y terminó en un grupo que concentra chicos rudos y laberintosos. “Basta mejorar y vuelves al nivel correspondiente a tu habilidad”, le dije, pero respondió que si presentaba sus trabajos y tareas, le harían la vida imposible.

Siempre hay personas que salen de la norma y se singularizan de una manera u otra. Muy altos o muy bajos; muy hábiles o con especiales problemas en lo escolar. Deben, aun cuando destaquen positivamente, hacer esfuerzos para integrarse. Los hay que por cualquiera de sus características se convierten en lo que se llama “el punto”, y son víctimas más o menos sistemáticas de bromas y pullas del resto de sus compañeros. Obviamente, nadie quiere estar en ese lugar.

Un lugar que ocupan, sobre todo en época de redes sociales, chicos más algo opacados, que no transgreden, esforzados académicamente, poco hábiles en lo físico y respetuosos de la autoridad. Muchas veces atraen desprecio, hostigamiento y rechazo por parte de los compañeros. Cada vez entran más características que eran consideradas positivas: adhesión a normas de convivencia pacífica y la creencia de que el esfuerzo sostenido trae resultados positivos y de que los logros académicos valen la pena.

Hay quienes buscan no caer en ese perfil y asumen poses y conductas que son un prontuario preventivo que dé fe de sus capacidades para transgredir normas, tener problemas académicos e involucrarse en conductas de riesgo. Todo para no ser fastidiados y marginados por el resto.

Podría decirse que estamos asistiendo a la creación de una escala de valores en la cual están ausentes buenas notas, conductas de autocontrol y respeto por la autoridad. ¿Será porque es difícil encontrar una sola figura central en una serie o película, por lo menos de las preferidas por los jóvenes, que reúna las características, algunas de ellas, de lo que ahora se conoce con el nombre de nerd?