Marchas y argumentos
Marchas y argumentos

¿Participaría usted en una marcha ¡La tierra no es plana o el Bosón de Higgs existe!? Mmm, si uno se adhiere a una visión científica del mundo —toda afirmación compatible con los datos del momento es una certidumbre en capilla y su destino no tiene nada que ver con mis conveniencias ni estados de ánimo—, como que no tiene mucho sentido.

Salir a las calles a favor o en contra de algo es producto de un compromiso afectivo, manifestación de un estado de ánimo, coordinación colectiva de una valoración emocional, pero difícilmente un argumento, una prueba o la validación de una hipótesis.

Pero el razonamiento científico no es natural ni espontáneo para la mente humana. En realidad es una forma costosa de lidiar con el mundo: lentamente, voy construyendo una representación que va muchas veces en contra de mis sentidos y sentimientos, en dirección contraria a explicaciones simples y sin matices.

Mucho más cómodo es medirlo todo como si fuéramos el centro del universo, concebir el curso de los acontecimientos como expresión de una confrontación entre los otros y nosotros, como una lucha permanente entre voluntades que buscan expresamente nuestro bien o nuestro mal, el efecto de una coalición de conspiradores ocultos.

Más cómodo desde siempre. Básicamente porque todo el tiempo nos la hemos pasado tratando de evaluar las intenciones de terceros, sobre todo si eran de otro grupo. Y ahora que en el mundo virtual hemos regresado a ser cazadores y recolectores en las redes sociales, la mirada paranoica, absolutamente recelosa, es la que se impone siempre sobre la que analiza y espera antes de reaccionar.

TAGS RELACIONADOS