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Escoger a los mejores
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Los corazones peruanos, qué duda cabe, han vivido una semana exultante con la clasificación de la selección peruana de fútbol al repechaje para definir su participación en el Mundial de Qatar. Aunque sería impropio afirmar que ese partido que falta es cosa de nada, se ha dado un gran paso, y uno ciertamente admirable, al sobreponerse en una eliminatoria que comenzamos perdiendo, desde el fondo de la tabla, logrando solo un punto en los cinco primeros enfrentamientos.
Pero Ricardo Gareca y los suyos lograron remontar la distancia y el tiempo perdido gracias al esfuerzo y al talento de los jugadores, pero sobre todo al compromiso de cada miembro del equipo con el país, con el objetivo final, la clasificación. Un equipo, técnicos y jugadores, en el que titulares y suplentes cumplieron el mismo papel cada vez que se les requirió, más allá de derrotas inesperadas, bajas importantes e injusticias arbitrales.
A todo ello logró sobreponerse la selección para llegar al partido definitorio que todavía nos separa del Mundial, gracias a su funcionamiento como equipo.
La pregunta es por qué le resulta tan difícil al gobierno de Pedro Castillo hacer lo mismo que el profesor Gareca, quien hizo lo que todo líder de verdad: rodearse de los jugadores más capacitados y comprometerlos a todos con la bicolor, con sus objetivos, con su hinchada, con su tierra.
El mensaje más importante de este logro es que el líder supo escoger a los mejores hombres para cada puesto y supo contratar los mejores asesores. Algo que no ocurre con el otro profesor, que sigue eligiendo como funcionarios a personajes con antecedentes criminales, a sujetos de ostensible incapacidad o nula preparación para sus cargos y que, además, luego de tanta salida indecorosa –o precipitada fuga de la justicia, como en el reciente caso de sus sobrinos y su exsecretario palaciego– insiste en la fórmula, que justifica alegando que se trata de gente “del pueblo” (léase: cercanos a su círculo íntimo o al de Vladimir Cerrón)
¿Es tan difícil dejar de designar a incapaces, delincuentes o prontuariados para ejercer cargos importantes en el Estado? La lección que ha dado el profesor Gareca es clarísima: antes que favorecer amigos y allegados, hay que pensar en el Perú.
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