(Midjourney/Perú21)
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En 1977, Richard Nixon concedió a David Frost una entrevista para limpiarse del escándalo de Watergate, el espionaje contra los demócratas que le permitió ganar las elecciones de 1972 al galope. Pero el pecado no era ese, sino haber protegido a los espías, encubrir sus delitos y abusar del poder para frenar las investigaciones. La clave eran unas grabaciones que el mismo Nixon había ordenado como material para escribir su legado. Renunció cuando fue obligado a entregarlas porque, de seguro, lo incriminaban. Con eso evitaba el juicio político y su destitución; luego vendría un indulto. Las grabaciones habrían pasado al olvido si Frost no las hubiese revisado para la entrevista. Descubrió que Nixon estuvo enterado mucho antes de que el escándalo fuese público y que había dispuesto de dinero negro de la campaña electoral para comprar silencios y pagar sobornos. ¿Por qué? Cuando se es presidente, en ocasiones uno tiene que hacer muchas cosas que no siempre son legales, en el sentido estricto de las palabras, pero uno lo hace porque redundan en el bienestar de la nación. ¿Está usted diciendo que, en ciertas situaciones, el presidente puede decidir que algo conviene a la nación y entonces hacer algo ilegal? Lo que digo es que, si el presidente lo hace, es porque no es ilegal. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, ya era tarde. Hubo silencio, bajó la cabeza. Pienso que la gente necesita oír una disculpa. Decepcioné a mis amigos, decepcioné al país, desilusioné a nuestro sistema de gobierno, llevaré esa carga el resto de mi vida, mi carrera política está acabada.

Las Malvinas fueron realmente argentinas por unas semanas (abril - junio de 1982), las habían tomado a la fuerza, pero la Task Force británica se dirigía a recuperarlas, también por la fuerza. El Perú (Fernando Belaunde) pergeñaba un plan para evitar la guerra, con el entusiasmo de las Naciones Unidas (Javier Pérez de Cuéllar), Argentina parecía estar de acuerdo y los Estados Unidos se encargarían de presionar. Sin embargo, una salida diplomática no era lo que quería el Reino Unido (Margaret Thatcher), porque necesitaba una victoria militar para remontar el malestar político que generaba una economía en picada. Había que acelerar la guerra. El 2 de mayo un submarino hundió el Belgrano, el buque insignia de la armada argentina, en un acto criminal, porque estaba fuera de la zona de guerra que el mismo Reino Unido había delimitado. En una entrevista con Frost, Thatcher explicaría que el Belgrano era un peligro para sus chicos; por eso fue hundido. Pero el comandante del submarino no podía creer las órdenes, porque reportó que el buque estaba fuera de la zona de guerra y pidió una reconfirmación. Sé cuándo di la orden, sé que hundirlo fue lo correcto y lo haría de nuevo. No fue un acto de guerra, sino un sabotaje a la paz.

Las dos entrevistas son ejemplo del mejor periodismo político. Independencia no es la agresividad del entrevistador, ni construir una emboscada para denunciar al político, ni ganar en razonamientos, que tampoco es un debate. La entrevista busca respuestas y para eso no hay mejor pregunta que los hechos. Pero se requiere trabajo para encontrarlos, capacidad para ubicar el hecho importante e inteligencia para exponerlo. Frost mostró que la noticia no era el escándalo en Nixon ni el patriotismo en Thatcher, sino que, para ellos, la voluntad del gobernante estaba por encima de la ley y que lo volverían a hacer. No necesitó calificarlos de mentirosos, de corruptos, de abusadores de poder, que los epítetos son para la tribuna. Hizo algo mucho más importante; los desnudó como violadores de la ley. Lección valiosísima para nuestros días, porque andamos distraídos en la anécdota del hermano de la presidente, de la hermana de la fiscal y de los intereses mezquinos de grupos que buscan poder para administrarlo como chacra privada. Pero, como en el trabajo de Frost, la noticia no es el escándalo o la vergüenza que producen, sino que cada uno viola la ley, usurpa funciones o no las ejercen. El Derecho está al revés y el trabajo pendiente no es la victoria de unas ideologías ni mejores planes de gobierno, sino defender las reglas fundamentales de la democracia: respetar la ley y las instituciones. Así de básico es.

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