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Sin “anti” y con “mal menor”
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Las próximas elecciones presidenciales (¿2020? ¿2021?) seguramente van a mantener la variable constante del “mal menor”, pero probablemente carecerán de la otra variable que ha marcado la democracia peruana postfujimorismo: “el anti”. Vista la débil situación actual del APRA y el fujimorismo, los protagonistas/antagonistas del militante voto “anti” desde el año 2001, pareciese que esta vez no habrá un “anti” histérico como aglutinante de muchos votos, salvo que ese “anti” termine encarnándose contra la izquierda. Pero eso es improbable: la izquierda es la fuerza política que más domina los mecanismos de “satanización” (prensa, academia, “calle”, redes), además que nuestra derecha es por lo general muy poco combativa y existen muchos “políticamente correctos” a lo que les incomoda cuestionar frontalmente a la izquierda, salvo que esta ya sea muy radical o impresentable (Cáceres, Santos, Aduviri, Cerrón). Así, uno se pregunta a quién odiarán esta vez los Vargas Llosa, los NAK, Mohme, Gorriti, otros medios, etc...
De otro lado, me imagino que gran parte de ese sector “anti” apoyará a Guzmán, no solo porque el “anti” suele ser muy cercano a la caviarada, sino porque éste también podría resultar el “mal menor” perfecto frente a un rojo ya con demasiado rocoto para su sofisticado paladar (o sea, los políticos provincianos anteriormente mencionados, más Verónika Mendoza). Solo apoyarían a un rojo de esos si el fujimorismo estuviese al frente (ya lo hicieron con Humala, al que los muy huachafos le hicieron “jurar con garantes”). Sólo así la caviarada volvería a arriesgar otra vez a que el Perú se vuelva una Venezuela (y eso lo cortó Nadine al botar a Siomi y su gabinete rojo). Es que Guzmán es el perfecto “ni chicha ni limonada” para que la caviarada le domine.
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