PPK
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“No sé si es verdad, pero está bien contado”, reza el proverbio italiano cuando una anécdota suena verosímil. Varios veteranos me refirieron que, cuando se le preguntaba a Odría cuál era el secreto de su éxito para permanecer ocho años en el poder, este respondía jocoso: “Cerveza barata y buen fútbol”, muy al estilo del “pan y circo (y paz en las provincias)” de los emperadores romanos. Ciertamente, a PPK no le vendría nada mal una clasificación mañana o, por lo menos, que nos vayamos al repechaje con Nueva Zelanda.

Recuerdo cómo el tremendamente impopular gobierno de Morales Bermúdez aguantó cinco años en el poder gracias a ganar el Sudamericano del 75, la clasificación en 1977 al mundial Argentina 78 y la muy buena primera fase jugada allí al año siguiente. Tampoco al segundo belaundismo le benefició poco que Perú elimine al poderoso Uruguay en 1981 y juegue el mundial España 82. Es más, su caída en picada de popularidad comienza a finales de 1982, mientras que la angustiosa eliminatoria de 1985 les dio un respiro a los meses finales de su agobiado régimen. Ya me imagino cómo Montesinos hubiera manipulado mediáticamente el fútbol si Perú clasificaba para el Mundial Francia 98, lo que no se consiguió porque el ecuatoriano Aguinaga fingió un penal en Lima y porque Perú se acobardó en Santiago ante la constante y bestial agresión chilena. Fútbol y política van de la mano: Honduras y El Salvador tuvieron una breve guerra luego de que el primer país fue eliminado para México 70 en un tercer encuentro de desempate por El Salvador (en realidad, la guerra fue por motivos migratorios y el fútbol fue solo el detonante) y la dictadura militar argentina de Videla hizo lo indecible para ganar su Mundial, con una vergonzosa complicidad peruana. Hoy, ¡arriba, Perú!

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