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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nunca pensamos que el actual primer ministro era la solución a los problemas que permanentemente enfrenta este gobierno, porque –creemos– su lealtad a la pareja Humala y su "anti" son mucho más fuertes que su liderazgo y su capacidad para convencer a quienes manejan hoy el gobierno de que hay que tomar decisiones exactamente contrarias a las que se están tomando.

Sin embargo, algunos amigos suyos pensaron que sí podía ser una solución, porque, siendo hombre de Derecho, honesto y demócrata, –decían– podía colaborar a que las cosas no se complicaran más de lo que ya estaban.

Lamentablemente, los hechos no les han dado la razón a sus amigos. La confrontación no ha amainado, las cosas cada vez se complican más, y el gobierno se queda cada vez más solo y envuelto en el caso de Nadine Heredia. Además, ninguno de los ofrecimientos hechos por el primer ministro se ha cumplido (Tía María, destrabar la economía y el diálogo con la oposición).

Pero, más allá de quién acertó, hay un hecho que hasta a nosotros nos sorprende. Esa ardorosa defensa que el primer ministro hace de un ministro de Justicia que, sin rubor alguno, parece dedicado exclusivamente a tratar de cubrir las espaldas a la primera dama, y a evitar que los procuradores la investiguen o hablen sobre ella y los casos que la envuelven. Dedica su tiempo a anular a una procuradora, y envía a su viceministro a atacarla y a desprestigiarla.

Si el primer ministro es hombre de Derecho y demócrata –como dicen sus amigos–, debería darse cuenta –¿o es que solo sigue órdenes?– de que su ministro de Justicia y su viceministro están totalmente equivocados, y que, además, al hacer de esto una "guerra santa", solo están perjudicando al gobierno, al Estado y a la democracia. Además, sientan un precedente nefasto, porque cualquier gobierno, de ahora en adelante, también querrá "amordazar", controlar y manipular a los procuradores.