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Enrique Castillo: ¿La peor cara de la SUNAT?

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Fecha Actualización
Los que regresan o visitan el Perú por el aeropuerto Jorge Chávez tienen que pasar por el control de la Sunat. Y eso no debería ser ningún problema ni debería molestar a nadie. Sucede en todos los países del mundo.

Pero, mientras el procedimiento no es el problema, sí lo es el personal que la Sunat ha puesto para cumplir con su trabajo.

Se trata de gente joven, que bien podría mostrar el nuevo rostro de una administración pública moderna al servicio de los ciudadanos y turistas, pero, por el contrario, tiene formas y métodos que recuerdan la peor cara de la administración pública de antaño, cuando los servidores trataban como les daba la gana a las personas porque creían tener todo el poder en sus manos.

Sin un rasgo de amabilidad o cortesía, y con la dureza de quien pretende manejar una tropa, estos hombres y mujeres de la Sunat, parados exigiendo formularios o sentados desde una silla detrás de las máquinas de rayos X, son capaces de tratar mal a los pasajeros –hombres o mujeres– y exigirles en voz alta no que pongan sus maletas o bultos en las máquinas, lo que es obvio, sino que se quiten sus livianas casacas o sacos, que pongan sus carteras o bolsos –por más pequeños que sean– o hasta que pongan sus billeteras.

Y cuando alguien les pregunta por qué, la respuesta –con cara de "aquí se hace lo que yo digo"– es simplemente "porque sí" o "porque así es".

No sabemos si la Sunat envía al terminal aéreo a su personal como una sanción, o le hace creer, erróneamente, que poniendo la peor cara va a meter miedo e imponer autoridad, razón por la cual tiene el carácter y las formas que tiene. En otros países, el trato es totalmente diferente. Incluso cuando a uno lo llaman aleatoriamente para una revisión más exhaustiva.

La Sunat haría bien en darse cuenta de que es la segunda cara que ven los turistas y los que regresan al país. Felizmente, la primera cara es la de Migraciones, que –hay que decirlo– ha mejorado mucho en cuanto a eficiencia y trato.