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Enrique Castillo: El nacionalismo: una carcasa, un cascarón
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Los últimos acontecimientos en el nacionalismo –así como todo lo que sucedió en el Ejecutivo y en la relación con el Congreso durante los últimos cuatro años– han demostrado que la agrupación que llevó a Ollanta Humala al gobierno nunca fue un partido político, nunca fue una organización partidaria, nunca fue una institución con estructura. Fue un cascarón que sirvió solo para los propósitos personales de la pareja Humala, cualesquiera que estos hayan sido.
La designación de las candidaturas a la presidencia (recordemos que primero se lanzó oficialmente a Milton von Hesse), a las que se le dieron "brochazos" de elección interna, y ahora el desorden y el caos total en la presentación de la lista de candidatos al Congreso, donde nadie sabe –eso es lo que dicen– cómo es que se llegó a elaborar la lista que se presentó al Jurado, demuestran que el nacionalismo no es más que una carcasa que se deteriora a pasos agigantados.
A nadie le interesa el partido. Ni siquiera a su líder (¿?) ni a su presidenta, que llegó a sostener que la lista de candidatos al Congreso se hizo sin su participación (¿algo se mueve en el nacionalismo sin que su presidenta lo sepa?). Parece que a los que se quedaron solo les interesa pelearse para asegurar el mejor número que les permita tratar de agarrar una de las poquísimas curules a las que tendrán acceso… si es que sacan alguna.
Lo cierto es que se han hecho tan mal las cosas que lo más probable –si el Jurado es coherente y consecuente– es que no se pueda ya desandar lo andado, y quizás no se pueda corregir la lista, como se hizo en el pasado.En este escenario, y con la cifra que los acompaña en las encuestas, no sería nada raro que algunos tomen esto como pretexto para tratar de encontrar una "salida digna", señalando quizás que, como están las cosas, no se puede trabajar en una campaña electoral seria y con posibilidades.
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