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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Al presidente no le importa, probablemente ni siquiera le preocupe, o quizás ni llegue a darse cuenta –su atención debe estar puesta en asuntos más urgentes y desesperantes para él–, pero lo que hace con sus ministros es realmente ofensivo.

Y no es de ahora. Siempre los miembros de su gabinete han tenido que avanzar y retroceder, decir y contradecirse, anunciar y rectificar. Solo que muchos –menos nosotros– esperaban que con el actual primer ministro las cosas cambien, pero seguramente se decepcionaron ya.

El actual premier, como varios de sus antecesores, no ha tenido ningún problema en salir –muy molesto y seguro– a hacer un anuncio, y, sin ninguna vergüenza ni rubor, decir una cosa totalmente opuesta apenas dos días después. Y –como todos han señalado– seguramente por orden de quien no tiene ningún reparo en mandar (nunca tan bien usada la palabra) a "sus" ministros a cumplir órdenes "sin dudas ni murmuraciones". O a esperar la luz del semáforo oficial. Aunque hagan un papelón.

Pero, como hemos dicho, lo del presidente –o de alguien más– no es nuevo, lo ha –o lo han– hecho siempre.

Lo que sorprende sobremanera es la actitud de los ministros. Porque, si hay alguien que manda a otro a hacer ese papelón, es que hay ese otro que acepta hacerlo. Y en este caso, no solo se trata del premier, sino también de la ministra de Relaciones Exteriores, quien no ha tenido problema alguno en que se deje en ridículo a la Cancillería, y se dude de su capacidad y profesionalismo. Lo mismo que en otras carteras actualmente.

¿Hasta dónde y cuánto son capaces de aceptar con tal de seguir usando su fajín y su circulina?

Muchos ministros en los distintos gabinetes de este gobierno han hecho lo mismo, quedarse y aceptar situaciones que los han puesto en ridículo, y que los han obligado a dejar de lado, incluso, sus propias convicciones o propuestas. Hemos pasado de los "ministros secretarios" de otras épocas a los "ministros pantalla" ¿o semáforo?