Enrique Castillo: Un gobierno sin posición o sin ideas

Durante todo este gobierno, cuando al presidente o los ministros se les pregunta si están o no de acuerdo con la unión civil, con la aprobación en Estados Unidos del matrimonio entre homosexuales, con el aborto en caso de violación, sobre si se debe cumplir la sentencia de la Corte IDH, sobre la situación en Venezuela, sobre la eliminación del 24 por 24 en la Policía, sobre Tía María, entre otros temas, o evaden la pregunta o señalan que no pueden dar una opinión porque son gobierno; o simplemente cada uno contesta lo que se le ocurre, llegando a contradecirse o a enmendarse la plana entre ellos. ¿Es señal de que no toman posición por temor, por cálculo político, porque simplemente no conversan sobre estos temas o porque no tienen idea de qué hacer realmente?

En sentido contrario al que señalan el presidente y sus ministros, corresponde a un líder y a un estadista, así como a un gobierno que tiene un plan definido y las ideas claras, asumir una posición frente a los temas de Estado (y los mencionados lo son: derechos fundamentales –la vida, igualdad ante la ley, derechos humanos– seguridad, respeto a los tratados y acuerdos internacionales, promoción de la inversión privada, etc.) y frente a las posiciones o debates que dividen o polarizan a una nación.

Silbar y mirar al cielo cuando un país discute si avanza o retrocede no es una opción para un estadista, y mucho menos para un líder. Pero ya sabemos, lamentablemente no tenemos ni lo uno ni lo otro.

Por eso nos ocurren cosas como la inexplicable ausencia del Perú en la feria gastronómica de Milán (decretada por una incompetente ministra que nunca debió ser tal, que no tenía ni idea de lo que era esta feria, ni de lo que significaba para un país que era catapultado al mundo precisamente por su gastronomía), o como que Chile nos gane en la presentación de la quinua al mundo, teniendo nosotros a la –se supone– embajadora de la quinua ante el mundo.

El presidente y los ministros deben tomar posición.