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Enrique Castillo: El extraño comportamiento del JNE
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Si hay una institución que ha generado la mayor incertidumbre y confusión en un proceso electoral en las últimas décadas, esa ha sido el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) presidido por Francisco Távara, en sus distintos niveles e instancias.
Es el JNE el responsable de que hasta ahora el electorado no sepa quiénes van a ser, al final, los candidatos a la presidencia y al Congreso; y el que ha sorprendido a todos con sus plazos, decisiones e interpretaciones que ahora sirven a varios políticos como justificación para hablar de un posible retiro de la contienda. La misma denuncia de una amenaza de muerte al presidente del JNE es extraña y confusa. Alguien llama al despacho y pregunta por una persona x cuyo nombre dice no recordar, y al no poder comunicarse con esa persona suelta la amenaza, indicando que es por lo que Távara ha hecho con Guzmán. Casi como dejando una tarjeta de presentación con firma.
El hecho, si se produjo, es condenable y debe investigarse hasta dar con el responsable –si lo hay– y dársele al presidente del JNE y su familia toda la protección que requieran.
Pero hay cosas extrañas en esta denuncia. El entorno del presidente del JNE esperó hasta el día siguiente, en horario de oficina, para reportar el hecho a Seguridad del Estado vía un oficio enviado por conducto regular y sin mayor información que permita hacer una investigación, según declaró el general Carlos Tuse, jefe de Seguridad del Estado.
¿El mismo presidente del JNE o sus colaboradores más cercanos no pudieron llamar inmediatamente al ministro del Interior, al director general de la Policía Nacional o al jefe de Seguridad del Estado para contarles lo sucedido y pedir mayor protección?, ¿una amenaza de muerte al presidente del JNE se trata como cualquier otro trámite administrativo? Extraño, muy extraño. El JNE debe dar confianza, pero con hechos y no con palabras.
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