(GEC)
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La presidenta Dina Boluarte anunció la primera reunión del año del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana (Conasec), un cónclave de vital importancia para tomar medidas que puedan ayudar a mitigar los índices de criminalidad en el país, que hoy por hoy lucen desbordados por completo.

Esto es una verdad tan rotunda que deben ser muy pocos los peruanos que, a estas alturas, se han librado de sufrir, de cerca o de lejos, algún episodio delincuencial: un arrebato o un asalto en la calle, un robo a domicilio o un secuestro (al paso o no).

Vivimos ya no una ‘ola delictiva’, sino una realidad patente, cotidiana, que tiende a “normalizarse”, como se dice ahora, a enquistarse como un cáncer inherente en nuestra vida social, económica y política. Hay escalas por supuesto: la corrupción de funcionarios, las organizaciones criminales al amparo de cargos públicos –lo hemos visto recientemente– y el imperio de la coima, siendo delitos, no necesariamente se realizan con violencia. No siempre, al menos.

La delincuencia urbana, en cambio, suele prosperar poniendo en riesgo la vida de los ciudadanos. La estrategia, por ello, no puede limitarse a endurecer las penas contra estos delitos o a reprimirlos, a menudo con más violencia, después de que estos se cometen.

El camino pasa, por encima de cualquier otra ruta, por la optimización de las unidades de inteligencia en las fuerzas de seguridad, el conecte con la ciudadanía y, obvio, la colaboración activa –no solo formal, para la foto– de autoridades locales, distritales y regionales.

Claro que la abigarrada galería de expresidentes de la República, exgobernadores regionales, exalcaldes, exjueces y excandidatos presidenciales actualmente presos o a punto de estarlo, ayuda poco a legitimar las medidas que el Estado pueda tomar al respecto. Como tampoco ayuda que en el Congreso y en el Tribunal Constitucional se defiendan descaradamente, por ejemplo, los intereses de las universidades bamba o los de los choferes asesinos del transporte informal.

Lamentablemente, en gobiernos anteriores no se dio la importancia que correspondía a iniciativas como la de Conasec, con lo que terminaron siendo descontinuadas o improductivas. Es hora de cambiar la deriva. Sin el compromiso ciudadano, de la sociedad civil, jamás se podrá alcanzar un éxito duradero.

El país lo requiere ya con urgencia. La anomia social a la que lo está conduciendo la desidia de instituciones y autoridades debe terminar hoy mismo.