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La empresa es una institución de naturaleza netamente social con una finalidad genérica: producir bienes y servicios socialmente necesarios; generar valor económico añadido y distribuirlo de manera justa; desarrollar de manera integral a sus trabajadores e impactar positivamente en su entorno.
La empresa privada así entendida no es solo el motor de la economía, sino base del desarrollo y de la justicia social.
Estos conceptos 33 años atrás ya se impartían en la Universidad del Pacífico desde la cátedra de Política de la Empresa a futuros administradores, directivos y emprendedores.
Llenos de energía e ideales, desde las aulas, se educaba a los líderes del futuro hacia una visión integral de la empresa y del empresario. Hoy, decenas de ejecutivos egresados de esas canteras lideran las principales organizaciones empresariales del país y están promoviendo el cambio, una vuelta a las raíces, sensibilizando a sus stockholders para alinear a las empresas y sus acciones en una ruta de la que jamás debieron alejarse.
Hoy las principales escuelas de negocios del mundo, connotados CEO de empresas con profundo sentido social, han redescubierto, bajo el nombre de capitalismo consciente, la naturaleza social y solidaria de la empresa privada. Muchos afirman que la sostenibilidad de las empresas y la propia subsistencia del modelo de libre mercado dependen de asumir esta “nueva” manera de hacer negocios.
En la propagación de este modelo, el Estado tiene un rol fundamental: gobernar con eficiencia, facilitar la formalización masiva de los negocios empresariales, realzar el aporte del sector privado y de la libre iniciativa para vencer la pobreza y el subdesarrollo.
