“El mundo necesita hacedores. Necesita un sistema que deje crecer a quien quiera hacerlo. Que dé la mano, no el pescado”.
“El mundo necesita hacedores. Necesita un sistema que deje crecer a quien quiera hacerlo. Que dé la mano, no el pescado”.

Siempre se escucha sobre personas que crecieron en entornos empobrecidos, y que luego de algunos años llevan una vida que dejan deslumbrados a todos.

Ellos y ellas quisieron progresar, se esforzaron, se prepararon y sin importar su actual situación económica fueron hacia sus metas las veces que les fue hasta imposible.

Si nos enfocamos en las formas positivas de lograr un progreso exitoso, podríamos decir que un sistema económico que es de mucha ayuda es el que permite generar dinero de acuerdo a las habilidades y capacidades que cada uno tiene y, mientras cada uno va mejorando su desarrollo personal, profesional y humano, más posibilidades tiene de conseguir mayores oportunidades.

Hay otros sistemas extremos que, lejos de ayudar a prosperar, toman acciones...

Que quitan a unos para mantener a otros, dándoles el pescado y no enseñándoles a pescar, acostumbrando a aquellas personas a solo recibir sin hacer mucho.

Que hacen sentir débiles, convirtiéndolos en elefantes con una pata atada a una silla, haciéndolos desconocedores de la fuerza que poseen.

Que matan el espíritu emprendedor, y ahuyentan a la misión que cada uno de nosotros venimos a cumplir.

Que convierten en víctimas a quienes se sienten con derecho de recibir sin hacer más y los acostumbra a ser recibidores y no hacedores.

El mundo necesita hacedores. Necesita un sistema...

Que deje crecer a quien quiera hacerlo.

Que dé la mano, no el pescado.

Que en cada esquina con cada letrero te inspire a prepararte, a conocerte, a retarte a ti mismo.

Que nos enseñe a dejar atrás ideas que no funcionaron y que hicieron mucho daño.

Que nos brinde bienestar y no nos limite.

A veces el resentimiento puede darnos razones para no vislumbrar un futuro de prosperidad negado.

La elección no se basa en preferencias de colores rojos o naranjas. La elección va más allá. Hay un deber, hay un pueblo, hay adultos, hay juventud y niñez esperando oportunidades y un futuro que permita ir hacia ese proyecto de vida anhelado, dentro de su propia tierra. Tú decide, tu elección siempre cuenta.

Me encuentras aquí @lizreyes.prosperos.

TAGS RELACIONADOS