La insana tiranía nazi de Adolf Hitler acabó trágicamente con la vida de más de seis millones de seres humanos, judíos, entre hombres, mujeres, ancianos, niños, y todo aquel que no fuera compatible con la raza aria. Es inenarrable el profundo sufrimiento de las víctimas al momento de su ejecución, tanto o más de quienes de milagro lograron salvar sus vidas, como fueron los familiares y amigos que lograron escabullirse de esa cacería humana llamada Tercer Reich (1933-1945).
La Unesco, organismo especializado de la ONU, en noviembre de 2005, declaró el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. En este día se “ratifica el compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos”, se puede leer en la página oficial de la Unesco. Esta es la manera como mínimamente debemos rendir un homenaje a quienes entregaron sus vidas en silencio para aplacar la maldad de monstruos en piel de ser humano.
En el Perú, una plaga maldita de hienas terroristas acabó con la vida de más de 70 mil peruanos entre hombres, mujeres, niños y ancianos. Sendero Luminoso y el MRTA declararon la “guerra” al Estado peruano y se ensañaron con la población civil inocente, con militares y policías, con autoridades, dirigentes políticos, gremiales, líderes barriales y toda persona que se opusiera a sus intereses de imponernos un sistema socialista o comunista. Las nuevas generaciones de peruanos poco o nada saben de lo que realmente ocurrió, tanto por el olvido de quienes combatimos el terror como por quienes tuvieron la responsabilidad de mantener latente la memoria de las víctimas, y permitieron que otros “reescriban” la historia de lo que realmente pasó. Tan malo fue este olvido, que hoy nos han hecho creer los victimarios que ellos son los “buenos” y que las víctimas son los “malos”, y eso es inadmisible y debe terminar.
De no hacerlo seguiremos permitiendo que los que han aprendido a tergiversar la historia en los espacios académico, cultural, social, político o internacional, lo sigan haciendo, privando a las nuevas generaciones de peruanos de conocer la verdad. Las víctimas del terrorismo estuvieron del lado correcto de la historia y fueron atacados cobardemente.
Por eso, una manera de tener viva la memoria de quienes ofrendaron sus vidas inermes, en silencio y sufriendo las más crueles torturas, las víctimas, es que el Estado peruano, a través del Congreso de la República, emule a la Unesco estableciendo una fecha para conmemorar y rendir homenaje a las víctimas del genocidio cometido por los criminales de Sendero Luminoso y el MRTA; que bien podría ser el 3 de abril de todos los años en recuerdo del asesinato en Lucanamarca de más de 69 campesinos a manos de los terroristas de Sendero Luminoso. Sí se puede.