El historiador argentino, Tulio Halperin Dongui, escribió un conjunto de ensayos, entre 1976 y 1986, que componen la obra El espejo de la historia, sobre el encuentro de Argentina con su “destino Sudamericano”, reflexiona entre otros tópicos acerca de la dictadura como régimen político. Ahora bien, en la línea con Halperin, debemos mirar el destino en la historia reciente de nuestras hermanas naciones que, bajo el ideal libertario, sucumbieron bajo la férula de las más sórdidas dictaduras. Lecciones que no se deben repetir. Parafraseando a Paul Preston decimos “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

El paralelismo entre el chavismo en Venezuela y el Moralismo en Bolivia, se pueden definir como las dos caras de una misma moneda, sobre los métodos y artificios para perpetuarse en el poder. Hugo Chavez Frías asumió el poder el 2 de febrero de 1999 y lo ejerció por 14 años, hasta el día de su muerte, acaecido el 2 de marzo de 2013, siendo sucedido por su catecúmeno vicepresidente Nicolás Maduro, otrora, guardaespaldas del candidato Juan Vicente Rangel y conductor del metro de Caracas, quien sigue hasta hoy en el poder. El comandante (r), el año 1999 convoca a referéndum, aprueba una nueva constitución y el año 2000, es reelegido presidente bajo las reglas del juego que impuso. El 3 de diciembre de 2006, es reelegido nuevamente como presidente por otros 6 años, logra que la Asamblea le otorgue plenos poderes y gobierna 36 meses por decreto. En 2009 se aprueba un referéndum constitucional, que le permite postularse por otro periodo presidencial, el 7 de octubre de 2012, es reelegido presidente.

La era Maduro se inicia el 8 de marzo de 2013 al suceder a Chavez, el 14 de abril gana la elección presidencial, en 2017 el Tribunal Supremo despoja a la Asamblea Nacional y se elige una Asamblea Constituyente, para luego ser reelegido como presidente el 20 de mayo de 2018. A la sazón, Evo Morales usó las mismas artes para permanecer 14 años en el poder, ejerció un cuarto mandato, cuando la constitución solo permitía una reelección. El primero bajo el antiguo régimen constitucional vigente hasta 2009, los dos siguientes con la constitución que su gobierno promovió y promulgó y el último por aquiescencia del Tribunal Electoral que él mismo designó. En estos tiempos, en que aparecen en la palestra candidatos presidenciales de todo laya, rumbo a 2026; hay quienes con discursos afiebrados, llaman a la insurgencia y a refundar el Estado, cantos de sirena que ya escuchamos, recordemos el año 2021 con Pedro Castillo.

La historia no puede repetirse. Es deber de todo demócrata educar e informar a la población sobre los valores democráticos para construir una nación con instituciones sólidas y alcanzar el bien común.