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Futuro de Nicanor Boluarte en suspenso
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El día después...

Internacionalista Ariel Segal.

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Fecha Actualización
En dos días serán las elecciones de Estados Unidos y sabremos si el errático gobierno de Trump, con discurso dirigido a la base más extrema de los votantes del Partido Republicano, seguirá en el poder, o si la alternativa de Biden, quien tendrá que controlar a la extrema izquierda del Partido Demócrata y a grupos con dirigentes ideologizados de Black Lives Matter y Antifa, logrará llegar a la Casa Blanca.
La brecha sobre el tipo de sociedad que quieren los estadounidenses no la creó Donald Trump, pero su discurso xenófobo y nacionalista, agravado por un trastorno de personalidad narcisista, la ha agudizado a niveles nunca vistos. Trump terminó de destapar la caja de Pandora de los problemas raciales y sociales no resueltos desde que los movimientos de lucha por la igualdad racial conquistaron la ley de los derechos civiles de 1964. Por otro lado, hay que reconocer que buena parte de la élite intelectual y de los medios de comunicación norteamericanos también dejaron de lado su objetividad ante el empoderamiento de una identidad basada en la etnicidad, el género y la religión, que sobre todo en las universidades se ha vuelto muy intolerante.
Ninguna persona sensata puede oponerse a la causa de Black Lives Matter contra policías racistas o a mejoras para las condiciones sociales de vida en los barrios afroamericanos, pero sí pueden temer que algunos dirigentes de ese grupo, como Omal Tometi, se declaren marxistas y tengan simpatías con el régimen castrista y chavista. Nadie sensato tampoco puede dejar de preocuparse por el crecimiento y empoderamiento de grupos supremacistas blancos durante los cuatro años de la administración Trump.
El día después del 3 de noviembre, quien gane tendrá que gobernar con la realidad de un país que debe recuperar una visión nacional para todas sus minorías.