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El desprecio a los peatones

Las terribles imágenes de los peatones atropellados en la Av. Abancay nos muestran la horrorosa realidad de quienes caminamos en este país. El maltrato peatonal es múltiple. No solo se enfrentan a sobrevivir en una ciudad diseñada para los autos en la que sus autoridades prácticamente los ignoran, sino que también deben sufrir el desdén de los ciudadanos, quienes les achacan culpas y responsabilidades que no les corresponden.

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Las terribles imágenes de los peatones atropellados en la Av. Abancay nos muestran la horrorosa realidad de quienes caminamos en este país. El maltrato peatonal es múltiple. No solo se enfrentan a sobrevivir en una ciudad diseñada para los autos en la que sus autoridades prácticamente los ignoran, sino que también deben sufrir el desdén de los ciudadanos, quienes les achacan culpas y responsabilidades que no les corresponden.
Analicemos este caso en particular. Las imágenes nos muestran a un grupo de peatones esperando cruzar la Av. Abancay, ubicados entre las vías del transporte público y las vías para autos. No están en la berma central, que se supone tiene una isla peatonal que es claramente insuficiente: un rezago dejado a los peatones entre tantas intervenciones para ampliar el espacio vehicular. Esto es algo que se repite constantemente: grupos de peatones hacinados y orillados entre carriles vehiculares en espacios absolutamente insuficientes para contenerlos con seguridad y -en el mejor de los casos- con una mínima y ridícula segregación. Es absolutamente necesario que la infraestructura vial nos proteja, y prevenga la muerte y las lesiones graves de quienes se ven involucrados en un siniestro. Necesitamos infraestructura que -incluso en caso de negligencia- perdone la vida.
Además, se puede observar a un policía de tránsito dando indicaciones y, como es usual, dando prioridad a los vehículos. Tal como señaló un testigo y confirmaron algunos usuarios de X, las señales del policía contradicen a las luces del semáforo. Por reglamento, el semáforo debería ser apagado en caso de que un policía de tránsito deba dirigir el tráfico. Esta mezcla de señales confunde a los peatones y también a los conductores. Esto ocurre siempre, y es un riesgo enorme para la vida y la seguridad, como hemos podido observar en el cruel destino de estas personas.
Esta es una situación que provoca malas decisiones en los peatones. Por ello, quienes rápidamente juzgaron a los peatones “por estar donde no debían” o “por andar apurados y no cumplir las reglas de tránsito” no entienden que es el propio sistema el que fuerza este tipo de “malos” comportamientos. Los policías ubicados en muchas avenidas de la ciudad postergan el cruce del peatón por interminables minutos priorizando a su majestad el auto y despreciando al invisible: el peatón. Así ha sido siempre y nadie parece querer cambiar esta situación. Mientras tanto, los peatones seguiremos a merced de morir en cualquier pestañeo y a nadie le importa.