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Mucho por hacer
“El zafarrancho que se observa con las elecciones internas para un proceso local o regional se replica casi siempre en los comicios generales”.
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En un artículo anterior, que titulamos ‘Que no sea un circo’ (21/6/2018), demandamos seriedad a los partidos políticos que participarán en la carrera a la Alcaldía de Lima, y que presenten propuestas de gobierno reales, que apunten a resolver los problemas de la ciudad. Sin embargo, estamos siendo testigos, precisamente, de la falta de compromiso de muchas candidaturas, incapaces de cumplir requisitos mínimos para su inscripción. Si no pueden cumplir con algo tan básico, ¿cómo podrían estar preparados para dirigir a la capital?
Afortunadamente, hasta ahora, el Jurado Electoral Especial (JEE) está rechazando las postulaciones que no han respetado ni siquiera sus propias normas estatutarias. Por ejemplo, el JEE declaró improcedente la lista de Todos por el Perú, que lanzaba a José Luis Gil Becerra, porque “designó” a sus candidatos en lugar de elegirlos. Claro, aquí la culpa no es del candidato, en este caso un reconocido ex agente fundador del GEIN, sino del partido que lo acogió. En el caso de Enrique Cornejo (Democracia Directa), se le apartó porque su partido no cumplió con elegir a sus nuevos directivos e inscribirlos en el Registro de Organizaciones Políticas. A Gustavo Guerra García (Juntos por el Perú) se le bajó el dedo porque la elección interna de candidatos del partido se hizo fuera de fecha.
El zafarrancho que se observa con las elecciones internas para un proceso local o regional se replica casi siempre en los comicios generales. Pese a las fallas, en el Parlamento hay una corriente para eliminar el voto preferencial y especialistas como Fernando Tuesta han señalado que, con ello, los candidatos al Congreso no desembolsarían tanto dinero en sus campañas y se abocarían a hacerse conocidos a través de sus propuestas políticas. Habría una competencia más equitativa.
Pero a la luz de lo que se observa en cada proceso electoral, en donde las elecciones internas son una farsa de proceso democrático, cabría preguntarse si estamos preparados para eliminar el voto preferencial. Creemos que antes de dar paso a este sistema, que en efecto es más equitativo si se aplica con transparencia, es necesario fortalecer a los partidos políticos para que las “internas” reflejen lo que decidan sus bases.
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