Los testigos son personajes fundamentales en la solución de un crimen. Por ello, se les debe dar extrema protección, así como respeto a la reserva de su identidad. La investigación de corrupción en partidos políticos, entrega de dádivas y lavado de activos no es un caso menor pues hay poderosos muy interesados en el ocultamiento de la información.
En el Perú se siente una nueva época en la que hay fiscales y jueces actuando con independencia, persiguiendo el delito sin arreglos bajo la mesa ni pagando favores políticos; más bien, su actitud les ha valido ser objeto de ataques y amenazas que están sorteando con esfuerzo.
Esos mismos fiscales saben el valor de la información que reciben de esas piezas claves que son los testigos y, por ello, en estos momentos, han solicitado todas las medidas de seguridad para proteger a la persona que, entre otros aspectos, habría revelado cómo el fujimorismo lavó oscuros aportes de campaña en el año 2011 y cómo habría usado a terceros para que aparecieran como aportantes.
Ese testigo, desde el primer momento, expresó su temor por lo que le pudiera ocurrir por colaborar con la justicia. Pero su situación ha empeorado ahora que se habría filtrado su identidad.
Son muchos los rumores, incluso se ha señalado el nombre de un congresista. ¿Quién le sopló su nombre a algunos periodistas?
Abunda la suspicacia. Advertimos que ello trascendió justamente cuando los abogados de Keiko Fujimori y de los demás fujimoristas procesados recibieron el expediente completo de la acusación.
“Hay un topo en el partido”, dijo la lideresa de Fuerza Popular, sin ocultar su fastidio, en entrevista con Perú21, el último domingo, al conocer la cantidad de información que el testigo ha proporcionado a las autoridades sobre los manejos internos de su partido. Datos valiosos que la investigada Fujimori pretendió descalificar llamándolos invenciones con las que se pretenden salvar algunos.
Otro testigo del lavado de aportes irregulares, cuya identidad sí es conocida, es Segundo Crisanto Pulache. Él ha denunciado que recibe amenazas en San Martín, y dice que teme por su vida. Lamentablemente no es una exageración. En otros casos de corrupción, no solo en el Perú, se ha sabido de atentados contra quienes colaboraban o quienes dirigían las pesquisas.
Colaboradores eficaces y testigos deben estar a salvo y recibir toda la protección policial necesaria. Sus declaraciones son fundamentales en esta investigación histórica, cuyo esclarecimiento es imprescindible para el sentir nacional.