Ministro de Economía, Kurt Burnéo. (GEC)
Ministro de Economía, Kurt Burnéo. (GEC)

Es ya un hecho que el país tendrá un crecimiento económico muy pobre. El presidente del BCR, Julio Velarde, calificó de ese modo el máximo de 3% como proyección para este año. La entidad monetaria, además, estimó que la inversión pública no aumentaría el próximo año, y ello a pesar de que el MEF ha anunciado una serie de proyectos de ley y medidas que estarían orientadas a reactivar la economía.

El principal obstáculo que podría tener la apuesta por una política fiscal expansiva de Kurt Burneo (gastar más dinero) vendría desde los gobiernos subnacionales, cuyos nuevos gobernadores y alcaldes seguramente repetirán la historia de un primer año de mandato con bajos niveles de ejecución tras haber asumido el cargo. Una práctica recurrente en las administraciones regionales.

No obstante, ese no es el único factor que jugaría en contra de la reactivación económica que persigue el MEF, sino también la deteriorada confianza empresarial y la venida a menos de la inversión minera en 2023 tras la finalización de la construcción de la mina del proyecto Quellaveco en Moquegua y la postergación de Yanacocha Sulfuros hasta el segundo semestre de 2024.

En buena cuenta, entonces, lo que se viene para los peruanos no es nada auspicioso. Volvemos a los tiempos de vacas flacas que, como van las cosas, se precipitarán pronto en quiebras de empresas, reducciones de personal, aumento de la inseguridad ciudadana y deterioro de los servicios públicos. Pobreza y desempleo que se agudizarán, adicionalmente, por el contexto internacional de la postpandemia y la guerra en Ucrania.

No olvidemos las advertencias de los organismos internacionales –ONU, FAO, Unicef– acerca de la ola de hambre que se cierne sobre el planeta. Y en la región, el Perú despunta como uno de los países que serán más golpeados, pese a que Castillo, en uno de sus discursos callejeros, desestimó las proyecciones de analistas y expertos sobre la crisis alimentaria con un infeliz chiste (“hambruna les va a dar a los ociosos”) que solo volvió a evidenciar su ignorancia sobre las prioridades del Estado.

Y es que el coctel envenenado para la economía peruana se completa con un gobierno que hasta ahora se limita a pendular entre la corrupción y la más absoluta incompetencia.

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