(Hugo Curotto / GEC)
(Hugo Curotto / GEC)

La gente trabaja incluso los sábados. Entonces, el único día para compartir con amigos y familiares es el domingo. Esto hace que la gente se visite, se reúna, vaya al mercado para comer un cebiche o tomarse un jugazo especial con huevo, algarrobina y cerveza negra. Los domingos son días muy especiales. No es lo mismo si el aislamiento fuera un miércoles. Los domingos la gente se encuentra, conversa, se ríe, se cuenta chistes, se pone al día y si sale el “gringo”, ¡ni hablar!, ¡destapamos la chela y con la hebilla del pantalón! En los condominios, ya están usando las zonas comunes para hacer parrillas, los vecinos llaman a quejarse porque la música está alta.

Es cierto que recorta nuestra libertad, pero hay 81 niños y niñas peruanas muertas por COVID y 23,000 infectados. ¿No es suficiente razón?

Muy mal que el delivery se permita ese día. Cocinas pues. ¿No somos los campeones del mundo en cocinar? ¡Ya pues, llama a tu mamá, pídele la receta de tu plato favorito y de paso la saludas! Los compañeros y compañeras que hacen delivery, administradores y los cocineros, también tienen que guardarse, nadie debe salir. El delivery debe limitarse solo para las farmacias. Pésimo que el fútbol se reanude. Muy mal, jalados. Otra vez tenemos que decir que ¡LA VIDA VALE MÁS QUE LA PLATA!

Si vives solo, compra poco a poco, busca los pequeños mercados de tu barrio, la bodeguita surtida. Tienes seis días para hacer todo lo que ibas a hacer el domingo. Organízate con tu familia. Un día en casa no mata; el COVID sí.