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Dolor y negociación

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Fecha Actualización
Un adolescente de 15 años ha sido sometido a una operación quirúrgica y el posoperatorio es especialmente duro. Escucho opiniones en cuanto al manejo del dolor. El sistema tradicional es combinar una administración fija de analgésicos —en este caso son poderosos— con una sobredemanda, vale decir, cuando el paciente lo pide. El personal profesional debe juzgar en el segundo caso si procede o no. Actualmente, hay unas máquinas que permiten al enfermo autoadministrarse una dosis, obviamente calibrada y que se puede repetir solamente transcurrido un lapso definido. Dentro de ciertos límites, la persona que sufre puede controlar su malestar. Claro, uno puede preguntarse si no estamos promoviendo el camino fácil o alentando una dependencia. O si, dada la edad del jovencito, su nivel de madurez es insuficiente para manejar algo tan complejo. Es una reflexión válida y que nos pone frente a un dilema que se da en muchos otros contextos, también el de las políticas públicas: ¿quién decide lo que conviene a una persona o grupo? Siempre que el asunto tiene que ver con la salud, el placer o el dolor no es fácil ponerse de acuerdo.

En este caso, todas las investigaciones muestran que la mayor parte de las personas, de diferentes edades, se recuperan mejor, manejan mejor el dolor y terminan usando menos analgésico cuando ellos tienen el poder. En efecto, cuando eso no ocurre, la negociación es entre el individuo y el afuera —médico, enfermera, familiar—, mientras que, si está empoderado, ocurre dentro de él, lo que le permite jugar con sus umbrales de dolor, ponerse retos, experimentar y sentir que las cosas dependen de sí mismo.

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