Hace un par de semanas conversaba con un conocido brasilero, físico y ex profesor del MIT, que lleva viviendo tres décadas en el Perú. Es un hombre sereno, de una curiosidad omnívora y contagiosa, y al que nunca he escuchado decir una mala palabra acerca de nadie. Mientras charlábamos, le pregunté qué es lo que más le seguía sorprendiendo de este país. No tardó mucho en responder, como si fuera algo en lo que pensara constantemente: la cerrazón ideológica y el enorme peso que tiene en la gente. Me extrañé un poco por la selección del término. No tardamos mucho en convenir que no se refería a la habitual acepción política/partidaria de la palabra ideología, sino a un sentido más amplio, el del conjunto de ideas de distinta índole que gobierna o caracteriza la visión de mundo de una persona o un grupo. Para que la definición que este conocido utilizaba de ideología esté completa habría que sumarle la dimensión moral.