–Es cierto que la mayoría de periodistas somos animales de letras y los números no son nuestro fuerte, pero resulta incomprensible que sigamos diciendo que las encuestas o los modelos de predicción fallaron cuando no ha sido así. Las más serias entre las primeras daban ganadora a Hillary Clinton por un par de puntos y, de hecho, en el voto popular ha sido así (el sistema electoral americano se basa en colegios electorales, no en el voto total), mientras que los modelos de predicción, como el empleado por Nate Silver de FiveThirtyEight, daban a Trump alrededor de un 15% o 20% de probabilidades. No sé cuántas veces hace falta decir que improbable no es idéntico a imposible. De hecho, el mismo Silver, en los días previos al 9 de noviembre advirtió de que, sobre la base de las múltiples encuestas nacionales y locales, las probabilidades de una victoria de Trump habían subido y, si bien seguía siendo improbable, existía más de un camino que podría llevar a la victoria de Trump. Había una serie de condiciones que Hillary Clinton debía cumplir o su muy probable triunfo sería puesto en peligro. Bueno, esas condiciones –conseguir mejorar el voto demócrata entre los jóvenes, los afroamericanos, los latinos y las mujeres– no se dieron, y ya conocemos cómo terminó la historia.