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¡¡Desagües del mundo, uníos!!

A la luz del éxito privado en aumentar la cobertura eléctrica y de teléfonos, uno pensaría que es absurdo insistir en mantener servicios públicos en manos del Estado. Sin embargo, si se menciona la posibilidad de privatizar Sedapal, los políticos se ponen exaltados y se rasgan las vestiduras en defensa de la empresa estatal, como si en los desagües estuviera la riqueza de los peruanos.

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Fritz Du Bois,La opinión del directorA la luz del éxito privado en aumentar la cobertura eléctrica y de teléfonos, uno pensaría que es absurdo insistir en mantener servicios públicos en manos del Estado. Sin embargo, si se menciona la posibilidad de privatizar Sedapal, los políticos se ponen exaltados y se rasgan las vestiduras en defensa de la empresa estatal, como si en los desagües estuviera la riqueza de los peruanos.

En realidad, Sedapal es una broma de mal gusto, las tuberías revientan a diario y no tienen ninguna capacidad para evitarlo. Mientras Lima es una de las pocas ciudades importantes que no tiene a toda su población disfrutando de agua y desagüe en sus hogares. Incluso, para un millón de limeños, la única forma de abastecimiento son camiones cisternas contaminados.

Más aún, si se presentan iniciativas interesantes –para una ciudad que está en un desierto– como, por ejemplo, una planta desalinizadora del agua de mar, la empresa estatal siempre las ha bloqueado. Claramente solo están interesados en mantener el monopolio, del cual sucesivos gobernantes han lucrado.

Por otro lado, es difícil esperar que este gobierno haga lo correcto y abra el servicio al sector privado, ya que en materia de empresas públicas parece que se han quedado estancados en el programa ideológicamente trasnochado que Humala aseguró que había desechado.

Así tenemos que a Enapu la quieren convertir en un obstáculo permanente para los futuros operadores portuarios al obligarlos a tenerla como socio minoritario. Mientras que los sueños de grandeza en Petroperú se ven reflejados en proyectos altamente riesgosos y totalmente desproporcionados. No es sorpresa, por tanto, que Proinversión esté paralizado. Así, los sufridos limeños tendremos que soportar inundaciones de desagües por lo menos durante cuatro años antes de siquiera poder aspirar a tener un servicio de agua y saneamiento que sea adecuado.