El 79.° periodo de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nos dejó un Pacto para el Futuro, pero también en el marco de esas sesiones, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe (CAF) realizaron una serie de encuentros regionales para delinear recomendaciones de políticas públicas para América Latina y El Caribe. El documento es clave porque es resultado de un diálogo de más de 100 representantes de diversos sectores sociales y también porque la relación entre gobernanza, democracia y desarrollo económico es una cuestión importante para nuestros países. Y de todas maneras porque la solución a los problemas actuales necesita ideas sobre cómo orientar una gestión pública más eficiente en sintonía con la democracia y el desarrollo.
El documento parte de reflejar que los principales desafíos son las tensiones entre el crecimiento económico, la estabilidad institucional, la inclusión social y la convivencia pacífica. Las discusiones han dejado 15 propuestas para una gobernanza eficiente e inclusiva desde cuatro ejes que abordan la legitimidad de las instituciones democráticas, la transformación de las capacidades estatales, los contratos sociales y la seguridad ciudadana.
En el primer eje sobre la legitimidad de las instituciones democráticas se aborda el decrecimiento democrático sobre el cual han alertado reportes como el Barómetro de las Américas y el Latinobarómetro. El primero reveló que el apoyo público a la democracia en la región es menor que hace dos décadas, y el segundo otorgó particularmente importancia a la recesión democrática en América Latina.
En resumen, la legitimidad de la democracia ha ido debilitándose paulatinamente y se tiene que empezar a actuar desde la ciudadanía, y claro, desde las políticas públicas porque este debilitamiento erosiona el Estado de derecho y, por tanto, afecta el desarrollo. Revisando el citado texto, en este punto no se puede dejar de traer sobre la mesa otro documento, el Informe sobre Desarrollo Humano 2023/2024 cuyos hallazgos muestran una paradoja de la democracia según la cual hay un apoyo inquebrantable a la democracia, pero también un apoyo creciente a los líderes que pueden socavarla. Lo que ha pasado en el Perú en las elecciones de 2021 es una muestra de ello y no estamos ajenos a esa tendencia en el próximo proceso electoral. Heriberto Tapia, investigador del PNUD, analiza y comenta que detrás de esta deslegitimización, problemas institucionales y polarización política parece haber problemas de desarrollo no resueltos y una incapacidad para abordar desafíos compartidos.
Por ello, resulta tan arcaico y desconectado de la realidad el discurso de la nueva derecha que señala como diabólico cualquier acuerdo mínimo global para promover un desarrollo de la mano con una gobernanza inclusiva. Aunque sea solo un hecho histriónicamente declarativo, cuando ves a un adalid de la derecha como el presidente argentino Javier Milei más preocupado por agradar a Elon Musk que por el bienestar de sus ciudadanos con el Pacto para el Futuro, te das cuenta de que la derecha ha perdido la brújula del desarrollo en nombre de una “batalla cultural”. Ese tipo de líderes al final son un riesgo para la democracia y para el desarrollo.
Con las recomendaciones del documento Gobernanza para el Desarrollo en América Latina y el Caribe se busca construir una región que sintonice el crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental, la calidad institucional y la inclusión social. Entre sus propuestas para lograrlo están fortalecer el vínculo con la ciudadanía, promover la representación sustantiva y políticas de incorporación de las diversidades, incluir a las juventudes en las políticas públicas, impulsar modelos de gobernanza inclusivos y colaborativos. Todo lo que los seguidores y líderes de esa nueva derecha rechazan con la cantaleta de la batalla cultural que, en realidad, resulta en una batalla contra el desarrollo.