(Reuters)
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Daniela Ortiz, activista peruana que se describe como “inmigrante anticolonial y radicalmente antirracista”, quiere “destrozar” las estatuas de Colón. Así lo exigió en el programa español Espejo público.

Las protestas de George Floyd han sido aprovechadas por activistas con agendas preexistentes y radicales. Entre ellos están quienes vandalizan monumentos históricos. En EE.UU., se ha derribado y destruido estatuas de Colón, personaje controvertido debido a su rol en la conquista de América.

En otros casos, los objetivos de los vándalos son chocantes. En Londres, se ha vandalizado la estatua de Winston Churchill. Algún alborotador escribió en grafiti la palabra “racista” sobre el monumento del hombre votado en 2002 como el británico más admirado. En 1940, Churchill exclamó que su país lucharía contra Hitler “si es necesario durante años, si es necesario a solas”. Quizá el chico malcriado que vandalizó la estatua se sorprenderá si algún día lee esa frase.

En 2018, los regidores de la ciudad de Victoria decidieron remover la estatua de John A. Macdonald, fundador de Canadá. Al menos, la remoción fue pacífica y democrática, pero lo peligroso es la caja de Pandora que se abre. Por ejemplo, el Perú se quedaría sin monumentos si decide juzgar a los conquistadores incaicos y españoles usando nuestros estándares modernos. Tampoco estarían a salvo San Martín y Ramón Castilla con sus ideas del siglo XIX.

Ante este tema, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró que su gobierno será inflexible en la lucha contra la discriminación, pero que no permitirá que manifestantes violentos destruyan estatuas o “reescriban” la historia. Necesitamos más líderes como Macron.