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¿Cuánto creemos los peruanos en teorías conspirativas? (2)
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¿Es el coronavirus un arma biológica diseñada para exterminar a cierto porcentaje de la población? ¿O fue un plan diseñado por Donald Trump para dañar la estructura de China y se le ha escapado de las manos? La expansión de la pandemia del COVID-19 es caldo de cultivo para las más variadas teorías de la conspiración, que, lamentablemente, son inevitables. Un porcentaje de la población tiende a creer en explicaciones de fenómenos sociales o hechos históricos en los que existen actores poderosos y secretos ulteriores, aunque estén reñidas con la ciencia o desafíen la historiografía.
Desde el origen maquiavélico del coronavirus hasta creer que la Tierra es plana, las teorías de la conspiración se expanden aprovechando la ligereza con la que las redes sociales virtuales comparten fake news. Particularmente, entre quienes creen en visiones maniqueístas del mundo. Y si bien la expansión global del populismo ha traído de la mano el afianzamiento de teorías de la conspiración, los peruanos hemos producido, históricamente, nuestras propias teorías conspirativas.
Creaciones que van desde la existencia de los pishtacos –forasteros que llegan a pueblos para degollar personas y traficar con sus grasas–, hasta los rumores de que Alan García está vivo. Pero, ¿cuánto las creemos en verdad?
En junio pasado, Ipsos Perú incluyó –en una encuesta de representatividad nacional, exclusiva para un estudio de la Universidad Diego Portales-Chile– un índice para capturar nuestra verosimilitud sobre este tipo de afirmaciones. En los siete temas interrogados (desde la amenaza real del cambio climático, pasando por la creencia de que el sida fue inventado por la CIA, hasta el ocultamiento del contacto de extraterrestres), los peruanos tienden a pensar que son verdaderos.
En una escala del 1 al 4, en la que 1 es definitivamente falso y 4 es definitivamente verdadero, el promedio peruano es de 2.72, es decir, en el campo de la conspiración. Para fines comparativos, se aplicó el mismo índice en Argentina, donde el puntaje fue de 2.42. Comparativamente, los peruanos creemos más en teorías de la conspiración que los argentinos.
Analizando los datos sobre Perú, se encontró mayor incidencia de creer en este tipo de especulaciones entre las personas de bajos recursos y entre hombres, más que entre mujeres. Rangos de edades o regiones de residencia no tienen impacto estadístico en las preferencias por estas conjeturas. Llama la atención el sesgo ideológico: quienes se autoperciben de izquierda tienden a sostener teorías conspirativas. Pero, ¿cuál es el impacto político de creer estas teorías? (Continuará…).
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