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No soy corrupto
“¿Y por qué nos sorprendemos si PPK fue considerado siempre como un lobbista sin escrúpulos? ¿Acaso no lo sabíamos?”.
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La tardía renuncia de Kuczynski descubre un país con una altísima tolerancia a la corrupción, con una incapacidad para entender el conflicto de interés y una desconfianza absoluta en el Estado, en los políticos y en los grandes empresarios.
Kuczynski llegó a Palacio, como en casos anteriores, aupado en el antifujimorismo. En esa reserva moral que a fines de los noventa nos prometió asqueada un país mejor. Y que, sin embargo, pronto sacó las uñas y escondió las garras, levantándose al Perú mientras señalaba con asco al fujimorismo. Ese perfecto chivo expiatorio.
Los ciudadanos esperaban un buen gobierno, confiados en el CV de Kuczynski. Creían que vendrían reformas estructurales, una visión de país, una ruta clara y un Estado que no le metería más cabe a los peruanos. Pero se encontraron con un gobierno que no entendió la diferencia entre la cosa pública y la cosa privada. Poco dispuestos a enfrentar a la burocracia instalada y ponerla a trabajar y bastante dispuestos a darles mayor comodidad a los grandes lobbistas.
¿Y por qué nos sorprendemos si PPK fue considerado siempre como un lobbista sin escrúpulos? ¿Acaso no lo sabíamos? La puerta giratoria siempre fue lo suyo. Pero claro, PPK es gringo y vive en Choquehuanca. Y Lima estaba encantada de tener a uno de los suyos en Palacio.
El inicio del gobierno nos trajo al asesor Moreno, a quien pese a sus negociados con la salud pública se le dieron las gracias por los servicios prestados. Chinchero, el Gasoducto y Talara fueron una muestra de cómo el interés de los grandes empresarios estuvo siempre por delante. El presidente y su gabinete olvidaron que los intereses del Estado no son los mismos que los de los privados. Y nuevamente los ciudadanos pagaremos de nuestro bolsillo las malas decisiones de un gobierno corrupto y lobbista.
Giuffra, el chico maravilla, llegó como ejemplo de gran ministro destrabador y nos mostró cómo se “destraban” los proyectos y cómo se compran congresistas inescrupulosos a cambio de obras públicas y su 5%. ¿Qué diferencia hay hoy entre Montesinos por un lado y Borea y Giuffra por el otro?
Leo sorprendida una defensa de Kuczynski amparada en sus buenas intenciones e ingenuidad. Leo además que no se debe hacer leña del árbol caído. Discrepo. Privilegiar intereses privados sobre el interés público se llama corrupción. Y la lucha contra la corrupción debe ser necesariamente frontal. Sin sanción social, no lograremos librar al Perú de esa lacra.
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