(Foto: Gonzalo Córdova / GEC)
(Foto: Gonzalo Córdova / GEC)

Muchas decisiones implican dilemas. Ahora enfrentamos uno de ellos. Por un lado, si queremos contener la propagación del virus de manera segura y rápida, tendríamos que hacer una cuarentena de dos meses o más. El costo sería el desplome de la economía, medido por producción, empleo, ingresos, cadena de pagos, etc. Por otro, si el objetivo es reactivar la economía, entonces deberíamos levantar la cuarentena en todos sus aspectos y la economía se movería otra vez. El costo serían miles de vidas perdidas.

Las soluciones extremas no son soluciones. Hay que buscar un punto medio. No estoy seguro dónde encontrarlo. La misma pregunta se harán las autoridades del país. ¿O es un falso dilema? ¿No será posible combinar ambos? La repuesta es positiva, pero con algunos supuestos. Si los ciudadanos en el Perú entendieran que aun sin cuarentena tendrían que salir lo menos posible por un buen tiempo, entonces sí podríamos inclinar la decisión hacia la economía. ¿Ocurriría así? Me parece que no. Lo visto en las últimas semanas muestra algo que es parte de nuestra idiosincrasia: no respetar las indicaciones a menos que haya un fuerte castigo ante el incumplimiento.

No es que sea pesimista. La costumbre de querer violar las reglas es parte de nuestra historia. Es una institución en el país. Se premia al vivo, al que hace lo que quiere sin tomar en cuenta no solo el daño que se puede hacer en caso se contagie, sino el daño que puede hacerle al resto. Las reglas de juego, nos gusten o no, las ponen las autoridades de turno y debemos respetarlas, así no las compartamos. Y eso se necesita ahora más que nunca. Si alguien cree que es invencible y que no le va a pasar nada, estamos en problemas. Cuanto más rápido se contenga el contagio, más rápido se levantarán todas las restricciones y la economía volverá a funcionar.

Esto muestra la interacción entre la dinámica económica y las reglas de juego. Para que la economía retorne a su senda normal, todos tenemos que acatar. No es posible que a cada rato aparezcan médicos, que se están jugando la vida, rogando a la gente que cumpla.

En economía las reglas de juego se llaman instituciones. El problema es que muy pocos las respetan. Burlarse de la ley parece una norma en el Perú. Rara vez se cumplen, ni ahora ni hace mucho tiempo. Lo único que queda es ajustar más los castigos. No hay excusas. Nuestro futuro está de por medio.

Una sociedad que no tiene orden, no funciona. ¿Qué admiramos de otros países cuando tenemos la suerte de visitarlos? El orden, el respeto a la ley en todos los sentidos, el civismo, etc. Cuando regresamos al Perú encontramos lo contrario. Y nos reímos. Pareciera que no todos quieren un país mejor. Democracia no es igual a desorden.

Por eso el dilema planteado es real. Y por razones obvias tiene que optarse por las vidas. Y eso hará que la recuperación de la economía sea más lenta. La economía no depende solo de la economía, sino de un entorno, en que tienen un papel clave las instituciones, la cultura, la historia, la geografía, etc. Tal vez por eso requerimos de enfoques multidisciplinarios para entenderla.