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Cordero del mal
“Este cordero, que no es un cordero de Dios, ha sido ampayado en coordinaciones directas con los miembros de una organización criminal dirigida por ‘El Español’, quien reportaba a Pedro Castillo”.
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Fuerza Popular, un poco tarde quizás, después de toda la evidencia que hemos visto desfilar en estos días, le abrió un proceso disciplinario a su congresista Luis Cordero Jon Tay. Al menos formalmente.
Este cordero, que no es un cordero de Dios, ha sido ampayado en coordinaciones directas con los miembros de una organización criminal dirigida por ‘El Español’, quien reportaba a Pedro Castillo. El propósito, como se sabe, era instalar en el país un sistema de Inteligencia paralelo destinado a chuponear, chantajear y hasta atentar contra opositores e investigadores del hoy segundo inquilino presidencial de la Diroes.
“Esto es una alta traición al partido. Ni en la bancada ni en el partido hay espacio para traidores, y peor si es que forma parte de la Comisión de Inteligencia. No solamente es traidor al partido, ha sido traidor a la causa, a la democracia, a todo lo que estamos construyendo y sosteniendo”, ha dicho ayer Martha Moyano.
Y aunque la congresista demoró en reaccionar con este nivel de indignación –luego de que por alrededor de dos semanas se vinieran difundiendo informaciones sobre los vínculos de Cordero con el expresidente y de que saltara la liebre el último domingo– Moyano reafirmó con más detalles que ella misma había sido víctima también de su conspicuo correligionario.
Cordero, en efecto, no tuvo el menor reparo en pasar su número de celular a los integrantes de esta red de espionaje, para demostrarle a Castillo que el sistema Pegasus –que proyectaban adquirir para realizar ese trabajo sucio– funcionaba a la perfección.
El parlamentario (¿de oposición?) debería no solo ser desaforado, sino encarcelado, luego de que la Fiscalía acredite sus ilícitos.
Y ni qué decirlo, Fuerza Popular debe deslindar de inmediato de este tipo de prácticas ilegales, que de un modo u otro parecen seguir siendo su legado maldito. Recordemos nomás que el propio Kenji Fujimori se encuentra a punto de ir a la cárcel, tras ser espiado y denunciado, durante el gobierno de PPK, por otro parlamentario fujimorista.
En una democracia no caben estos “remanentes del montesinismo”, un baldón que por desgracia sigue acompañando al partido de los herederos del último dictador que tuvo el Perú. Menos aún, coludiéndose con un presidente de muy opuesto sino ideológico, aunque de similares inclinaciones autoritarias y venales.
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