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Conjurar la debacle
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Luego de asumir la responsabilidad de los errores del gobierno en la lucha contra la pandemia, explicando las graves limitaciones del Estado peruano, no solo en materia de salud pública, el presidente Martín Vizcarra anunció un gran plan de reactivación cuyo objetivo será la generación de un millón de empleos a través de la ejecución de 6,436 millones de soles en proyectos de inversión.
El plan, denominado ‘Arranca Perú’, que se enfocaría en tres áreas productivas –Transportes y Comunicaciones, Vivienda, Agricultura– y el programa Trabaja Perú, del Ministerio de Trabajo, apunta a mitigar el tremendo daño que la crisis del COVID-19 ha causado en la economía del país. Sin ir muy lejos, el Instituto Nacional de Estadística (INEI) reportaba ayer la pérdida del 40% del Producto Bruto Interno en abril y que solo en Lima Metropolitana los empleos se redujeron en 47.6% (2’318,300 ciudadanos), al comparar las cifras del período con las del 2019.
La realidad es pues brutal: pese a que la amenaza del coronavirus continúa pendulando sobre la salud de los peruanos, la economía, las fuerzas productivas, no resisten un día más de inactividad. Según la encuesta nacional urbana de Ipsos que Perú21 publicó ayer, el 68% de los participantes resaltó que la economía y el empleo eran los temas que el gobierno debería priorizar. El 42% declaró que, luego de tres meses de aislamiento social, se había quedado sin empleo o perdido sus ingresos.
El drama, la debacle, es pues patente y constatable en todos los registros y análisis. Se agradece la sinceridad presidencial sobre las marchas y contramarchas, todos conocemos las debilidades históricas del Estado peruano, pero a estas alturas ya no queda margen para el error. El Plan ‘Arranca Perú’ tiene que venir blindado, planificado desde el primero hasta el último punto. El gobierno está obligado a ejecutarlo con máxima precisión y transparencia, a pedir todo el apoyo posible a especialistas del sector privado, y a no fallar. La remontada tendrá que comenzar desde muy abajo y es el destino del país, de toda una generación de peruanos, lo que está en juego.
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