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Congresistas al acecho
“La acusación, como es obvio, debe ser investigada y las sanciones no pueden tardar si se demuestra con pruebas fehacientes que el abuso tuvo lugar”.
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Hollywood y sus escándalos sexuales está quedando como una zapatilla vieja al lado de las denuncias de acoso, tocamientos y mañuquerías afines contra algunos de nuestros retóricamente llamados “padres de la patria”. Esta vez, una periodista ha denunciado formalmente el acoso que, a través del WhatsApp, sufrió de parte del congresista Yonhy Lescano, de las filas de Acción Popular y, para mayores señas, miembro de la Comisión de Ética del Congreso.
Más allá de los consabidos linchamientos mediáticos en las redes sociales, la acusación, como es obvio, debe ser investigada y las sanciones no pueden tardar si se demuestra que, en efecto, el acoso tuvo lugar. La víctima no ha hecho pública su identidad, pero ha presentado pruebas aparentemente claras al presidente del Congreso, Daniel Salaverry, quien las trasladó de inmediato a la Fiscalía y a la Comisión de Ética, que sesionará el martes para ver el caso.
Lo sorpresivo, grotesco y rayando con el humor de risotada fácil fue el comunicado que tuiteó la ‘bankada’ de Fuerza Popular, afirmando que “rechaza y condena el acoso sexual sufrido (sic) contra una periodista y exhorta a todas las bancadas a activar mecanismos para investigar y sancionar al parlamentario involucrado en estos actos”.
Sí, ha leído usted bien, los mismos parlamentarios que blindaron cerradamente a su colega de bancada y partido, Julio López Vilela, cuando este fue denunciado por la congresista Paloma Noceda, e hicieron lo mismo con su también colega y correligionario Moíses Mamani, al ser denunciado por una azafata. En ambos casos, las acusaciones –sólidamente sustentadas, hasta con testigos– fueron no solo de acoso telefónico o verbal, sino, más grave aún, de tocamientos indebidos. Ambos personajes, a sabiendas de su poder y posición en el hemiciclo, llegaron incluso a burlarse de sus víctimas después de ser denunciados.
Una prueba más de que en la hueste fujimorista tienen por doctrina un viejo axioma dictatorial que han reformulado como: “Para mis amigos, blindaje; para mis enemigos, la ley”.
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