Las protestas de pescadores artesanales —quienes fueron los que dieron la voz de alarma— han elevado aún más la tensión en Chorrillos, señala la columnista.
Las protestas de pescadores artesanales —quienes fueron los que dieron la voz de alarma— han elevado aún más la tensión en Chorrillos, señala la columnista.

La controversia en Chorrillos en torno al proyecto de instalación de juegos de agua en el Olaya Park ha desencadenado una intensa disputa que abarca diversos aspectos. En el epicentro de este conflicto se encuentra la necesidad de protección del ecosistema marino y la falta de los permisos necesarios para llevar a cabo la iniciativa en la zona marina de Agua Dulce. Esta carencia ha suscitado inquietudes acerca de la legalidad del proyecto y su potencial impacto en la fauna y la flora marinas.

En este contexto, las protestas de pescadores artesanales —quienes fueron los que dieron la voz de alarma— han elevado aún más la tensión en Chorrillos. Estos trabajadores del mar, cuya subsistencia depende directamente de la biodiversidad marina, expresan su preocupación por el proyecto y sus posibles impactos en la pesca tradicional. Argumentan que la alteración de hábitats marinos podría afectar la reproducción y migración de especies, poniendo en peligro la sostenibilidad de sus actividades pesqueras.

Por otro lado, se cierne el peligro de la privatización del mar. Pues, aunque la figura utilizada sería la de reserva marina, hay un riesgo de que la instalación de estos juegos de agua pueda limitar el acceso y disfrute equitativo del espacio de playa y de mar por parte de la comunidad. Sin embargo, es necesario entender que una iniciativa de esta naturaleza —de comprobarse que no afecta al ecosistema ni a los pescadores— puede ser positiva para los bañistas. Por supuesto, la gestión apropiada de este tipo de oferta recreativa requiere ser muy bien pensada y así evitar emisiones contaminantes, tumultos y riesgos de accidentes, así como contribuir y aportar a que la playa sea mejor.

A modo de dato complementario, en la encuesta Lima Cómo Vamos 2023, un 28.4% de limeños y chalacos considera que “la contaminación de las playas y el mar” es el tercer problema ambiental más importante, siguiendo a la contaminación del aire por vehículos (50.7%) y por industrias (39.3%). Esto refleja el interés por el cuidado de este ecosistema, el mar y sus playas.

Resulta absolutamente necesario un enfoque integral y colaborativo que implique la protección del ecosistema marino, el cumplimiento de los requisitos legales y la consideración de las preocupaciones legítimas de los pescadores artesanales y de la comunidad. Esto es esencial para asegurar que nuestro mar de Grau, así como la comunidad, vayan a ser respetados.