Por ello, es tan fácil para los conductores romper las reglas de tránsito. Total, casi nadie los irá a fiscalizar; entonces, no hay motivo para cumplir la ley, para ser cuidadosos de dónde se detienen o cómo se maneja. Pero el impacto de este “no hacer” se ve en otros espacios también: los peatones que caminan sorteando obstáculos, los adultos mayores a quienes se les obliga a alargar sus viajes, las personas con discapacidad a quienes se confina en sus hogares, solo por dar algunos ejemplos. Si la Policía no multa al que se parquea mal, al que rompe los límites de velocidad, al que tiene su auto en mal estado, al que ocupa los espacios de las personas con discapacidad, entonces ¿para qué sirve?