El diseño mata, las personas también. (Foto: Captura de video de cámara de seguridad)
El diseño mata, las personas también. (Foto: Captura de video de cámara de seguridad)

Una vez más, perdemos vidas en las calles de la capital. El dolor de la muerte es aún peor cuando las víctimas no tendrían que haber sido víctimas. Habrían tenido que seguir conversando, seguir riendo, seguir soñando. Tendrían que seguir vivos, ahí tranquilos en la vereda. En una vereda en la que también podrías haber estado tú.

“Ya no se puede estar seguro en ningún lado”, “ya no podemos salir a las calles”, “hay que poner muros en las veredas”, “¡o rejas!” son algunos de los comentarios de ciudadanos preocupados por su integridad, pero, lamentablemente, también resignados a que van a seguir viviendo así. Con miedo a un atropello, sin derechos y con ciudades que prefieren a los autos antes que a las personas. Y eso es justamente lo que no debemos aceptar. No debemos aceptar que los conductores tengan carta libre para conducir a la velocidad que quieran aunque existan normas y regulaciones. No debemos aceptar que los conductores logren que las autoridades den marcha atrás cuando intentan fiscalizarlos (¿se acuerdan de que el Ministerio de Transportes quitó la fiscalización electrónica –las cámaras que te multan automáticamente– ante sus reclamos?) y tampoco debemos aceptar que el diseño de las vías y la señalización de las calles no nos proteja y, al contrario, agrave las consecuencias de la imprudencia de algunos conductores.

Cruzada Vial y el Ing. David Fairlie llevan años alertando del mal diseño en las calles de nuestro país y han evaluado y encontrado problemas muy serios de diseño en vías como el óvalo Monitor y el óvalo Quiñones, el puente Alipio Ponce, el puente Benavides, la Avenida Principal, la Costa Verde, el serpentín Pasamayo, la Av. Aramburú y los cruces de esta con la Av. Santa Cruz y con la Av. República de Panamá y, sí también la misma Javier Prado.

Sí, la responsabilidad de los conductores es evidente y sí, estos deben ser sancionados, pero ya es momento de que el Estado asuma su responsabilidad por los más de tres mil ciudadanos que mueren cada año en nuestro país. Y lo que es peor, esta cifra solo incluye a quienes mueren instantáneamente pues no contempla a quienes mueren días o semanas después del siniestro. En 2018 en Lima murieron 479 personas y en el Callao murieron 55. Nos están matando y a muchos no les importa. Quieren seguir manejando rápido, ampliando carriles, quieren ser incontrolables, quieren seguir siendo rápidos y furiosos. Por eso, debemos pedir menores velocidades, más control y sanción, mejor señalización y un diseño e infraestructura vial que nos perdone la vida en caso de vernos involucrados en un siniestro de tránsito. Solo en Lima y Callao son reportados más de 45 mil siniestros al año y no debemos permitir que nadie más muera en las calles de nuestro país. Nadie más. Nunca más.

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