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Carreteras del fin del año
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Como es usual por fiestas, muchas personas salen fuera de su ciudad para celebrar el Año Nuevo. Como es usual en fiestas, la Policía y el gobierno activan sus protocolos para prevenir siniestros viales. Como es usual en cada Año Nuevo, los noticieros nos ofrecerán la lista de muertos en las pistas de nuestro país. Esperemos que este 2020 no empiece con familias en luto.
Antes de la Navidad estuve de viaje por tierra en varias ciudades de nuestro país. Ica, Ayacucho, Abancay y Cusco fueron las regiones que visitamos y, en general, las carreteras se encontraban en buen estado. Sin embargo, desde un punto de vista técnico, encontré varios errores. Por ejemplo, ese punto camino a Abancay desde Cusco donde los buses de dos pisos deben abrirse mucho en una curva pues sus techos chocan con las paredes de la montaña. En ese momento, justo venía una camioneta y de haberla chocado, al menos uno de ellos habría acabado en el precipicio. Aunque encontré que había buena señalización siempre hace falta más indicaciones e información sobre las carreteras y rutas. También estoy segura de que el ingeniero David Fairlie de Cruzada Vial encontrará muchos errores e incumplimientos al Manual de Dispositivos de Control de Tránsito. Por otro lado, algo que se hace extrañar son estaciones de servicio en las carreteras, lugares donde los vehículos puedan orillarse, donde los conductores puedan reponer energía, donde los autos puedan ser revisados, donde comer. Claro, uno va encontrando esta oferta en el camino, pero hay secciones que bien ameritarían ser dotadas de los mismos. Esto podría potenciar la experiencia del viaje y mejorar la calidad del trayecto para conductores profesionales y turistas eventuales.
Otra sorpresa, muy desagradable, con la que nos topamos fue en la carretera Libertadores entre Ayacucho e Ica. Cada cierto tramo distintas personas e incluso familias se acomodan al borde de la vía y sostienen una cuerda que atraviesa la pista. Cuando el auto está por pasar levantan y estiran la cuerda (usualmente amarrada a una valla o árbol al otro lado) para forzar al vehículo a detenerse y ofrecer a la venta los productos que tienen. Nosotros que éramos nuevos en esta vía nos llevamos un buen susto la primera vez que ocurrió y luego entendimos que era una estrategia de venta, una maniobra peligrosísima. Lo triste además es que son niños la mayoría de los que se encuentran sujetando la cuerda y son tan pequeños que no son conscientes de lo que pueden causar.
Las carreteras del país nos conectan y nos permiten mover la economía. Por ahí se trasladan bienes, alimentos e insumos. Son tan importantes que representan inversiones fundamentales que deben venir acompañadas de planificación urbana, de integración con las ciudades y pueblos que conectan y –en equilibrio con el territorio y la naturaleza– que lleven prosperidad. ¿Se imaginan un país así? Quizá podamos empezar a construirlo este 2020 y que el bicentenario nos permita continuarlo.
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