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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¡Bienvenidos, damas y caballeros, presentamos una función continuada repleta de trucos, en la que cada uno de ustedes puede ser protagonista! ¡El circo todos contra todos presenta uno de sus números favoritos! ¡Que salgan los viejos leones! ¡Que los payasos entretengan al público! ¡El fútbol, Burga y Urresti de teloneros! En las tribunas, Mulder y Vitocho alegran el ambiente de carnaval y, escondido, muy cerca, el polifacético, el único, el invisible Martín Belaunde Lossio festeja la plataforma de entretenimiento, pero también envía mensajes encriptados que le recuerdan a Nadine un pasado reciente. "¡Asesorías bien pagadas!", grita una voz sin rostro. En el palco presidencial, la pareja, para que el público observe, ladea la cabeza en señal de desaprobación. Mientras tanto, reciben los reportes de 'ayayeros' tras la presentación de los ilusionistas. La 'cazuela' ruge y toma cuentas 'prometidas'. "¡Te dimos 17 kilos de oro y hoy ni nos miras!", gritan los mineros ilegales. Los pateros de siempre le tapan los oídos, le limpian el saco al mandatario y a su esposa, mientras que los monos con metralleta siguen disparando desde todos los lados. ¡El ministro del Interior se coloca todos los sombreros! El de policía, hincha, candidato, ¡es la estrella del show! La gente aplaude a rabiar y se olvida de los sicarios, extorsionadores, Belaunde Lossio, 'La Centralita', Orellana, el fiscal, la desaceleración de la economía, la debilidad institucional. ¡Bahh! Esas son pamplinas. ¡Que siga la jarana y que pasen más trago! Total, hay tanto número que al final ni recordaremos cómo empezó todo y menos cuánto nos terminará costando.

En esta función, hasta el cobrador hace malabares. En una central con pantallas gigantes, banquete y sillón reclinable, el perro del hortelano sigue cada recuadro para decidir en qué momento muerde. Como esta función no tiene final, los arlequines, los payasos, equilibristas y hasta los animales se confunden con los dueños del circo, y alcanzan tal confusión y excitación que nadie se da cuenta de que la carpa está a punto de derrumbarse.