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Christian Saurré: Game over
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Nunca fui bueno en ningún tipo de videojuego. En 'Street Fighter' me apaleaban. En los juegos de fútbol fui goleado hasta el hartazgo (para el rival). No existen juegos de aventura en los que no me haya perdido. Dentro de toda mi lista de fracasos digitales, lo único que era para destacar siempre fue mi afición e insistencia inquebrantable que no me dejaban abandonar ese pasatiempo tortuoso.
De niño tuve todas las consolas de juegos que iban saliendo al mercado: Nintendo, Super Nintendo, Nintendo 64, Play Station 1, 2, 3, Xbox, entre algunas rarezas chinas. En ninguna fui bueno. Mis amigos llegaban a mi casa y se iban con el ego inflado después de haberme dado una paliza en la colección más grande de juegos que un niño podía tener. Era un gran aficionado y a la vez un pésimo jugador. Lo más parecido a una persona desentonada y sin talento musical que tiene todos los instrumentos y no puede arrancarle una sola nota a ninguno de ellos.
Hace un par de meses terminé por primera vez en mi vida un videojuego: 'Street Fighter', un juego que existe desde antes de mi nacimiento. La sensación de alegría que este acto produce es reemplazada casi de inmediato por un gran vacío y una pregunta fija en la cabeza: "¿Y ahora qué?", pensaba mientras sentía cómo mis deseos de acabar el juego y ganarles a todos habían sido un error. Cuando el juego termina, no hay nada más, no hay un oponente a quien vencer. Entonces, la exigencia desaparece. Nunca fui un buen jugador, pero siempre fui un gran insistente y, si no tenía algo que superar, todo se ponía aburrido. Y es que la vida es un juego que no termina nunca, así estemos ganando por goleada.
(christian.saurre@peru21.com)
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