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China vuelve a la carga
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Resulta innegable que el cumplimiento por parte de China de las sanciones promovidas por el Consejo de Seguridad de la ONU es una de las razones, no necesariamente la más importante, que ayudan a explicar el cambio de política del régimen norcoreano respecto al tema nuclear.
No obstante, si bien en el corto plazo China puede querer advertir a Corea del Norte que no va a permitir un programa nuclear que mantenga en constante tensión la región, no busca desestabilizar a un régimen que considera su aliado (menos dejarlo a merced de los estadounidenses) y cuya caída puede afectar los intereses de poder de China en su relación con Japón y EE.UU.
Xi Jinping sabe que China tiene que ser parte de la solución, pero por lo visto en las últimas semanas, la desnuclearización de la península coreana estaría pasando solo por las negociaciones que se van a iniciar en abril entre Pyongyang y Seúl, y en mayo entre Pyongyang y Washington.
De ahí que la reciente visita de Kim Jong-un a China, su primer viaje al exterior en siete años de gobierno, demuestra no solo la importancia que China tiene para Corea del Norte, sino también confirma que cualquier cambio en la dinámica de seguridad en la región y del rol de Corea del Norte dentro del tablero asiático pasa necesariamente por la aprobación de Pekín.
Además, considerando que el enfrentamiento político y económico entre China y EE.UU. estaría camino a incrementarse, para la potencia asiática es fundamental debilitar el papel de EE.UU. en Asia, objetivo que viene logrando en países como Filipinas y Malasia, tradicionales aliados de la Casa Blanca. El descrédito y el proteccionismo de la administración Trump ayudan en ello.
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