En Chile, nadie imaginó que, en octubre de 2019, el alza de pasajes del transporte público daría inicio a una escalada de violencia contra el sistema económico –cuestionado por las mayorías– y contra el gobierno del presidente Sebastián Piñera. Esto formaba parte de otros ‘movimientos’ que se formaban en diversos países de la región –como Colombia, Bolivia o Perú–, que responderían a la estrategia de la izquierda radical, cuya partida de nacimiento es el Foro de Sao Paulo y sus ‘capítulos’, digitados desde Venezuela por Nicolás Maduro.

La estrategia de la violencia en Chile evidencia cuatro factores como ‘líneas de trabajo’: el discurso socialista soterrado (factor ideológico); la participación masiva de ciudadanos (factor social); el objetivo de traerse abajo al gobierno de Sebastián Piñera y al ‘sistema capitalista’ (factor político) y, por último, la capacidad de sincronía, de movilización y de despliegue económico y logístico (factor organizativo), lo que incluye la participación de personajes del mundo artístico.

La aparición, en YouTube, el 19 de febrero de 2020, de un video en el que se aprecia a Jaime Castillo Petruzzi, alias ‘Torito’ –excarcelado miembro del MRTA–, incitando a “quebrar la columna vertebral del gobierno de Piñera (Fuerzas Armadas y Policía)” y advirtiendo que en marzo de 2020 la situación será más violenta aún, demuestra la presencia de operadores perniciosos, reptando bajo sus sábanas y que esta no es una “acción histórica independiente” (Lenin, sobre la Situación Revolucionaria), sino dependiente de grupos radicales.

Castillo Petruzzi, alias ‘Torito’ –sicario del MRTA, quien se dedicaba a realizar secuestros, extorsiones y asesinatos selectivos, como los de Pedro Ballón Vera y Pedro Miyasato en 1993–, estuvo encerrado 23 años, cumplió su pena por terrorismo, fue liberado y luego expulsado a Chile.

Por estas razones –la estrategia y los operadores develados–, es lamentable que un considerable número de ciudadanos chilenos opte por la violencia extrema en vez de echar mano de la Constitución y las leyes, y aferrarse a ellas con esa misma pasión e intentar resolver los conflictos por la vía de la democracia y pacíficamente.

En el Perú estamos comprometidos en cerrarles el paso a los operadores perniciosos de radicalismo de cualquier índole; esa es la tarea de todos y esperamos que, pronto, los chilenos encuentren nuevamente los caminos de la concertación para alcanzar la paz social que los ciudadanos se merecen. ¡Buena suerte!

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