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Medicinas que salvan

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Foto: Minsa.
Fecha Actualización
Leo que —incluso frente a la oposición de su equipo técnico— el ministro de Salud, César Vásquez, y su asesor Juan Dedios están apostando por modificar el artículo 7.2 del Reglamento de la Ley contra el Cáncer, a propuesta de las IAFAS (seguros privados). Según ha denunciado Salud con Lupa, esto buscaría reducir la cobertura oncológica de medicinas avanzadas al ser eliminada la obligación de proveer “cobertura integral” y de seguir las guías de prácticas clínicas internacionales.
En este momento hay 21 medicinas cuyas coberturas están siendo negadas. Entre estas medicinas se encuentran las dos que me han permitido a mí escribir hoy estas palabras. Las dos medicinas que literalmente (no figuradamente) salvaron mi vida de un cáncer de mama muy avanzado y muy agresivo. Gracias a ellas yo tengo una sobrevida. Sí, una vida después de la vida que me habría tocado. Sí, una vida después de (casi) la muerte.
Son medicinas caras que —de no haber sido por mi programa oncológico— no habría podido recibir pues ¡no las podríamos haber pagado! Pero son medicinas que salvan la vida de las personas. Hace un tiempo escribí una columna en la que decía que, si no tienes plata para acceder a un seguro privado, te mueres. Ahora el mensaje será que, aunque tengas seguro privado, igual te vas a morir salvo que hipoteques tu futuro.
Yo apuesto por un Estado fuerte y eficiente que no admita la corruptela, y por un sector privado ambicioso y promotor que genere prosperidad, mas no por la avaricia, pues esa es la que mata. Siendo la salud un derecho y un servicio esencial, necesitamos reformar el sistema para que nadie muera por no tener los recursos para pagar por su tratamiento y nadie se sobe las manos gracias a esa muerte.
El Estado no puede permitir esta modificación legislativa y las IAFAS tienen que revisar su modelo de negocio y enfocar sus esfuerzos en la prevención y el control —que no solo salvan vidas, sino que también les cuidan su bolsillo—. No puede ser que no tengan cupos disponibles para exámenes preventivos, ofrezcan procesos difíciles que desincentivan a sus asegurados o se equivoquen en interpretar resultados de sus propios exámenes preventivos.
Queremos un país mejor, ¿no? Entonces cambiemos los paradigmas para que nuestras familias no deban sufrir, además, embates económicos que los dejen en quiebra, destruyan sus sueños y perdamos su talento. Defiendan que las medicinas avanzadas se mantengan dentro de las pólizas privadas y que, por supuesto, se incorporen también a la salud pública. Quizá al ministro, a su asesor, a ti o a alguien que quieres le salven la vida, como lo hicieron conmigo.