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De caudillos y caciques

Los picantes dimes y diretes en Perú Posible entre los actuales dirigentes –quienes fueron hasta hace no mucho figuras prominentes– no hacen sino resaltar la absoluta fragilidad institucional que tienen la mayoría de los partidos políticos peruanos.

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

En realidad, desde la segunda mitad del siglo pasado, la tendencia creciente de nuestra vida política ha sido la de tener agrupaciones que emanan alrededor de un personaje determinado (usualmente su potencial electoral es lo único que une a perro, pericote y gato) sin que exista de por medio ideología definida o siquiera un ideario básico. Con lo cual el líder termina actuando como si fuera el propietario.

Más aún, hoy en día, con la sola excepción del Apra y del PPC, los que tampoco son un gran ejemplo de manejo partidario democrático son movimientos que nacen del caudillismo, los que han copado el universo político peruano.

Por otro lado, esta tendencia hacia el pragmatismo en lugar del dogma puede ser perfectamente adecuado para el momento del crecimiento por el que estamos atravesando. La necesidad de políticas de los pueblos varían en función del grado de desarrollo que han logrado. En nuestro caso, no son ideólogos sino constructores o promotores los que parecen preferir en el electorado.

Por tanto, no debería sorprendernos que la mayoría de los partidos no sean más que un cascarón al servicio de sus propietarios. Sin embargo, lo que es inaceptable es que esos mismos dirigentes, que aceptan sin chistar los caprichos de un cacique, estén demandando una respuesta política que no haría más, en la actualidad, que perpetuar tan distorsionada situación.

En realidad, es absurdo hablar de eliminar el voto preferencial para fortalecer a los partidos que hoy en día no son más que una agencia de empleo para partidarios y de enriquecimiento para sus propietarios. Sería un verdadero atropello a los derechos de los ciudadanos.