(Foto: Hugo Perez/GEC)
(Foto: Hugo Perez/GEC)

Casi ningún medio le está dando la importancia debida al debate sobre firmar o no el Acuerdo de Escazú, a pesar de la relevancia de todo tratado internacional. Más están ocupados en menudencias, sobre todo en la TV abierta, donde –como bien recalca Dargent– no existe el más mínimo interés en debatir los problemas nacionales, dado que “no da rating”. Ayer todo el empresariado se manifestó en contra de este acuerdo y se sabe que a los uniformados tampoco les gusta mucho.

Este es el típico tratado demagogo que rebaja la soberanía de los países (en este caso, en la Amazonía) y que le deja la sartén por el mango a las ONG. Suficientes idioteces de ese tipo hemos firmado ya con la CIDH y la OIT, que nos han dado después serios problemas de cabeza. Dada su cercanía a los militares y a que es más un vargasllosista que un caviar (aunque le encanta la caviarada. Es amigo íntimo de AAR y RMP y vean nomás como ya puso a la mano derecha de Tuesta como ministra de Justicia), parecería que Cateriano no empujaría esta firma.

Tampoco creo que los congresistas tengan ganas de ser tildados de “entreguistas” solo para terminar beneficiando a la caviarada local e internacional. Salvo el FA, el PM y la fracción roja lescanista de AP, no les veo a estos congresistas populistas con ganas de comprarse ese pleito que puede dejarles como “antipatriotas” frente a la ciudadanía, a menos que piensen que es mejor declarar toda la Amazonía como un parque ecológico de la humanidad que quede a cargo de la ONU y adiós a los precarios Estados-nación del área, cosa que el orgulloso e imperial Brasil jamás permitiría.

PD: Me indigna mucho cuando gente que era muy chiquilla en 1992 recoja ahora tan ligeramente que Lima recién tomó consciencia del terrorismo con Tarata. Ayer aquí Ricardo León y Mijail Palacios recogieron esa vil falacia. ¡No fue así!