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Prioridades: una propuesta
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Perú hoy tiene tres problemas urgentes que atender: controlar el rebrote de los contagios después de la apertura del 1 de julio, reactivar la economía y avanzar hacia reformas en varios sectores. Todo lo demás pasa a un segundo plano, pues no estamos en una situación normal. Establecer prioridades es clave.
Propongo lo siguiente: en primer lugar, que el Congreso se encargue del planteamiento de las reformas por lo menos en cuatro sectores: educación, salud, pensiones y simplificación del Estado. Una reforma es un cambio en el funcionamiento de un sector; ver cómo funciona y qué cambios profundos tendrían que hacerse para mejorarlo. Solo en esos cuatro temas. Al final de su periodo, el Congreso entregaría su propuesta de reformas a las nuevas autoridades elegidas el 11 de abril de 2021. Congelar intereses, regular el sistema de pensiones sobre lo que ya hay o controlar precios no son reformas.
En segundo lugar, que el Ejecutivo se encargue de mejorar la forma en que atiende la pandemia. Tengo claro que todos los sistemas de salud pública en el mundo han sido rebasados; corresponde entonces detener los contagios. Cuanto más rápido se haga, la recuperación de la economía tendrá mayor velocidad. ¿Por qué la mayoría de entidades estatales han gastado un porcentaje muy por debajo del presupuesto que tienen para enfrentar el COVID-19? ¿Cómo podemos acelerarlo ahora y no mañana? Si esto supone cambiar ministros, pues tendrá que hacerse.
Por lo tanto, el Congreso vería el mediano plazo con las reformas que serían heredadas, con los ajustes respectivos, por el nuevo gobierno en 2021 y el Ejecutivo se concentraría en acelerar los ajustes para hacerle frente de una mejor manera al contagio del virus. Ambos colaborarían en una especie de división del trabajo.
Nosotros, como ciudadanos, tendríamos la responsabilidad de salir a trabajar con mascarilla, manteniendo la distancia social. Hacerlo solo si es indispensable. No es una utopía; es cuestión de priorizar el bienestar social.
Lo que no puede pasar es que estallen conflictos entre los poderes del Estado por temas que no están relacionados con lo que la población necesita. Lo único que lograrán será un desprestigio aun mayor de los políticos.
Entender el comportamiento humano es uno de los grandes retos de las ciencias sociales. ¿Por qué se empeñan en desprestigiarse? ¿Por qué creen que saben más que los demás? ¿No se dan cuenta de que para que la inversión aumente necesitamos de unas reglas de juego estables? Si cambian, debe ser el resultado de un debate entre todos los actores involucrados. ¿Por qué no aceptamos que todos nos equivocamos y retrocedemos para enmendar? ¿Por qué la política se mueve solo por intereses personales? ¿Qué hacemos con los ciudadanos que no tienen empleo ni tampoco una esperanza?
Pueden no estar de acuerdo con mi propuesta, pero hagan una. A este paso saldremos a pesar de la clase política y no gracias a ella.
La historia los va a juzgar, no tengo duda. Dirá que mientras los contagios aumentaban (somos quintos en el mundo) y la economía se desplomaba, discutían como perro y gato sobre temas trascendentes pero no urgentes. Y serán un triste recuerdo.
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