La cantaleta de la prensa mermelera

Hay distintas maneras de golpear a la libertad de expresión. Una es legislando y, de eso, el Congreso anterior sí que supo. En los tres años que estuvo en funciones intentó aumentar la pena de cárcel por difamación, exigir la colegiatura obligatoria de periodistas y regular la publicidad estatal en medios (la inconstitucional Ley Mulder o Ley Mordaza). Otra manera es querellando a periodistas que investigan a mafias para así amedrentarlos (esto lo saben bien periodistas como Paola Ugaz y Pedro Salinas, quienes tienen varias querellas por investigar al Sodalicio).

Pero hay otra manera muy sutil de socavar la libertad de expresión, y es a través de la deslegitimación de la prensa y de los periodistas. En los últimos años se ha tejido una narrativa plagada de mentiras y de medias verdades que acusa a buena parte de la prensa nacional, y de periodistas, de jugar en pared con los poderes políticos para granjearse su beneplácito y su financiamiento: la supuesta “prensa mermelera”.

Desde que Galarreta inmortalizara la frase: “vamos a aprobar una ley para que se saque la publicidad de algunos medios ‘mermeleros’” en el 2018, esta palabreja (mermelera) no ha dejado de usarse a diestra y siniestra hasta convertirse en toda una institución nacional. De tanto martillar, es natural que el mensaje cale en el imaginario colectivo.

Esto es peligroso para nuestra democracia. Con la cantidad de fake news a los que estamos expuestos y con lo deslegitimada que está nuestra clase política, los ciudadanos deberíamos tener a los medios de comunicación como fuentes confiables de información, como marcos de referencia. Más aún en plena campaña electoral.

Con una prensa estigmatizada será difícil construir una ciudadanía más informada y participativa; y será difícil luchar contra el abuso de derecho, el populismo y el autoritarismo. De allí la importancia de defender la libertad de expresión.