(Foto: Presidencia)
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El 28 de julio el gobierno de Vizcarra entra a su recta final en medio de la peor crisis de los últimos 100 años. Pedro Cateriano, quien reemplaza a Zeballos en la PCM, es un viejo conocido en la administración pública y en la política nacional. Carácter firme, agudo y confrontacional, pero con suficiente experiencia y muñeca para neutralizar ímpetus e ignorancias congresales que lleven al Perú a populismos peligrosos y contraproducentes.

Cateriano tiene más convocatoria, más conocimiento que su predecesor, mejores convicciones democráticas, pero también la capacidad de comprarse los pleitos cuando el momento lo exige. Evidentemente, sus enemigos (de vida) son conocidos, pero en el último año de Humala, en el mismo cargo que hoy ostenta, se sentó a buscar consensos con sus peores enemigos. Creo, sin coincidir con sus formas, que le dará al presidente de la República un vuelo político que el momento impone para una recuperación económica y la estabilidad institucional. Estamos seguros de que Tony Alva, quien permanece en el MEF, se sentirá mejor respaldada con un Cateriano, de mirada liberal en términos económicos, que con el sesgo ideológico del saliente Zeballos. Pilar Mazzetti hace rato debía haber sido nombrada en Salud. Su claridad de ideas, su honestidad exenta de izquierdas o derechas, la mostraba con un liderazgo importante en la lucha contra la pandemia, lo que, evidentemente, Víctor Zamora no tenía.

En Cancillería la designación de Mario López obedecería a su background económico y a las expectativas del propio sector de la diplomacia nacional. En suma, es un gabinete más parejo que apunta a manejar los últimos 12 meses en los planos políticos, sanitarios y económicos con mayor coherencia y efectividad, en medio de una campaña electoral que seguirá infectada por “varios virus”.